¿POR QUÉ TE MOLESTA QUE MONETICE MIS CONTENIDOS Y HAGA UN CURSO?
¿POR QUÉ TE MOLESTA QUE MONETICE MIS CONTENIDOS Y HAGA UN CURSO?
Es difícil hablar de hechos cuando nos referimos a percepciones personales. Por ejemplo, si alguien afirma en fintwit que la mayor parte de los tuiteros no tienen ni la más mínima idea sobre economía o sobre inversión cabe preguntarse antes de nada qué es lo que le lleva a realizar tal afirmación. Probablemente, la mayor parte de las veces, se refiera a su percepción personal, originada a partir de sus interacciones u observación de los demás. Es posible que en ocasiones se afirme la ignorancia e incompetencia de los demás en base a algún estudio o sondeo, si bien su alcance puede ser siempre puesto en duda debido al anonimato de la red y a la dificultad inherente de obtener datos reales y fidedignos de las operaciones financieras de los usuarios.
Nos ocurre lo mismo a nosotros en relación a la monetización de contenidos y la oferta de cursos de inversión tanto técnicos como fundamentales o de cualquier otro tipo. Es decir, percibimos una cierta hostilidad en la red ante aquellos que deciden sacar partido de su experiencia y conocimientos. Se trata de una percepción subjetiva, sin ningún apoyo empírico, así que como tal debe tomarse. Tal animadversión, real o imaginaria, es la que ha inspirado las siguientes líneas.
Y, sin embargo, es un hecho que muchas personas se ofenden o les sienta mal el hecho de que algún bloguero, tuitero, youtuber o lo que sea se decida a dar el paso a la monetización de sus contenidos. Es algo que pudimos ver, por ejemplo, con @Nudistal cuando pasó de ofrecer una newsletter gratuita a otra de pago. Asimismo, a nadie se le oculta que existen cursos que ofrecen unas expectativas de resultados a sus potenciales clientes que quizá no sean demasiado acordes a la realidad. Ciertas formas y maneras de marketing parecen despertar, puede que no sin razón, la desconfianza de muchos.
No obstante, existen muy buenas razones para que alguien monetice sus contenidos. La primera de ellas es el tiempo, esfuerzo y dedicación que, por ejemplo, conlleva tener un blog o realizar una newsletter. La segunda de ellas es que puede acarrear un coste. Sin ir más lejos, Quiet Investment no nos sale rentable. Nos cuesta dinero. Más nos costaría si no dedicáramos los beneficios de La Guerra Financiera Asimétrica a su mantenimiento. La afiliación a una entidad tampoco proporciona emolumentos excesivos. Lo que la gente crea al respecto es una cosa, pero la realidad es otra bien diferente. Incluso cuando hicimos un curso en colaboración con la Value School, con el mismo título que nuestro libro, decidimos donar los potenciales beneficios a VS en apoyo a su actividad divulgativa. Somos unos losers. Pero de haber decidido lo contrario, hubiera sido una decisión tan legítima y correcta como la primera. El ánimo de lucro en la tarea de expandir la cultura financiera no es un crimen ni nada de lo que avergonzarse o por lo cual recibir reprobación.
Por otro lado, se argumenta que si tan buen inversor eres qué necesidad has de tener en ofrecer un curso. Hay media verdad en esa aseveración, pero también media falacia. Supongamos que un inversor joven ha obtenido una rentabilidad compuesta anual del 15% durante los últimos 10 años. Además, neta de impuestos y comisiones de intermediación. Supongamos que empezó con una cartera modesta de 10.000€, pues dijimos que es joven, está empezando a trabajar y no es ahora cuando más dinero va a percibir por su trabajo, pero sí cuando es probable que tenga que gastar más, sin ir más lejos en la vivienda. Pues al cabo de 10 años este inversor atesora un neto de más de 40.000€. Solo eso. Menos de lo que poseen mis dos hijos de 3 años y medio.
Sin embargo, obtener una rentabilidad compuesta anual de un 15% durante 10 años es un resultado excepcional. Puede que en Twitter no, pero en la vida real sí lo es. Subamos la apuesta. Digamos que este inversor consigue un 30% con sus 10.000€ iniciales. En tal caso, atesora no poco más de 40.000€ sino casi 138.000€. Muy lejos de ser millonario. No obstante, cabe preguntarse si alguien que consigue esos resultados de manera consistente (y auditada) no tiene nada que enseñar ni compartir con los demás. Porque, seamos honestos, hacerse millonario a corto y medio plazo, incluso a largo plazo, en los mercados es una quimera para la inmensa mayoría de los inversores. A no ser, claro, que puedas gestionar dinero ajeno. Ahí es donde está el beneficio. O vender un curso enseñando a otros lo que sabes. Porque es muy fácil afirmar generalidades como que lo importante no es lo que tienes o lo que haces sino lo que haces con lo que tienes o, por ejemplo, que lo importante no es tu capital inicial sino la rentabilidad que consigues con él. Con un capital inicial de 10.000€, aportando 5.000€ más cada año, y obteniendo neto de impuestos y comisiones, un 30% compuesto anual, al cabo de 10 años tienes casi 415.000€. Ni medio millón. Y un 30% compuesto anual te sitúa en el olimpo de los grandes inversores, de cualquier tipo y estilo y de cualquier época. Pero no eres ni medio-millonario habiendo hecho algo a todas luces excepcional. Es fácil hablar con un Excel delante de las narices y en base a frases motivacionales de coaching. Otra cosa es la amarga realidad.
Decir, por tanto, que si tan buen inversor eres qué necesidad has de tener en ofrecer un curso puede responderse fácilmente diciendo que por la sencilla razón de que me hace falta más “materia prima”, esto es, más capital. Es más, a la inmensa mayoría de los grandes inversores, empezando por Buffett, los conocemos porque han llegado a ser millonarios gracias a gestionar dinero ajeno por lo menos en algún momento de sus vidas, normalmente al inicio o mitad de sus trayectorias profesionales. Como gestionar lo de los demás tampoco es tarea sencilla cabe también la alternativa de ofrecer un curso que efectivamente ofrezca valor y se base en la experiencia y métodos exitosos de un inversor. ¿Por qué no?
Nos llama también la atención la facilidad con la que algo que se ofrece por alguien de manera gratuita pasa a ser vilipendiado cuando el oferente decide monetizarlo, como si no estuviese en su derecho a hacerlo. Para muchas personas existe una especie de “derecho adquirido” sobre lo que uno hace gratuitamente y es inconcebible para ellas que eso deje de ser así. Es como si una vez que le das agua a un tipo este creyera que a partir de ese momento tiene un derecho natural a que le des agua todos los días. Los usuarios se ofenden como si quien ofrece contenido gratuito que después monetiza fuese un camello que les regaló las primeras dosis de heroína para “engancharlos” al producto. Es más, incluso existen personas que el sólo hecho de exigir que te suscribas gratuitamente a un blog para obtener cierto contenido les parece una afrenta. A nosotros nos escribe gente que ni dice hola, ni buenos días, ni por favor. (Y que se suele ir sin respuesta).
Nos preguntamos si todos los que se pasan el día quejándose de la falta de emprendimiento y de emprendedores muestran la misma empatía cuando, efectivamente, alguien “emprende” el camino de ofrecer contenidos divulgativos y formativos a cambio de dinero. O quizá, lo que ocurre es que nos encontramos de nuevo ante el viejo pecado capital español, el más miserable de todos, pues nada te proporciona: la maldita envidia.
Ahí lo dejamos. Gratis, por ahora.
@mellizonomics & @quietinvestment
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La guerra financiera asimétrica
Hola (para empezar 😉 )
Muchisimas gracias por mantener este oasis de sensatez y realidad en la inversión retail. Sois un referente al que acudo periodicamente a “volver a poner los pies en el suelo”
En relación al articulo, no podria estar más de acuerdo. La gente nos llenamos la boca de loanzas de la libertad personal pero solo para la propia. Cuando se trata de la libertad ajena (sea de monetizar conocimientos o lo que sea) nos tomamos “la libertad” de poner a parir al personal.
En fin….
Muchas gracias
Sergio Fernandez
Hola Sergio. Muchas gracias. El punto clave del post es que, per se, monetizar o vender un curso no es reprobable en absoluto. Dependerá de lo que se venda y en qué condiciones. Nos cuesta entender que este aspecto resulte de tan difícil comprensión a tantos inversores. Saludos cordiales.