¿POR QUÉ ELEGIR LA GESTIÓN ACTIVA?
He aquí la pregunta que muchos se hacen ahora habida cuenta de la arrolladora performance de la indexación vinculada al tiránico S&P 500 desde 2009 hasta el momento. A lo que hay que sumar también una victoria a más largo plazo sobre las alternativas activas. La respuesta es, en cierto modo, sencilla: por codicia. O, si el lector prefiere otra expresión menos turbulenta, por sana ambición.
La verdad es que no hay ningún conflicto entre la gestión activa y la pasiva, algo en lo cual hemos insistido en La Guerra Financiera Asimétrica y reiterado en público. Ambas opciones son completamente válidas para el inversor, quien puede combinarlas o no. La diferencia estriba, quizás, en los objetivos del propio inversor y en el tiempo y esfuerzo que quiera dedicar a la administración de sus finanzas.
Si no quiere complicarse la vida y obtener la rentabilidad que las empresas generarán en forma de dividendos y crecimiento de los beneficios a largo o muy largo plazo, la indexación es recomendable. Necesita poco tiempo y esfuerzo pues un fondo índice de bajo coste referenciado al S&P 500 o al MSCI ACWI cumplirá con comodidad sus objetivos. Si elige como procedimiento inversor las aportaciones periódicas lo cierto es que poco más tendrá que hacer salvo esperar. No obstante, sus expectativas de rentabilidad deben acomodarse a lo que es probable (pero no seguro) que el mercado en general genere. De por sí ya es un triunfo porque batirá a largo plazo la rentabilidad de las alternativas activas y lo hará, además, de largo.
Por el contrario, si opta por “complicarse la existencia” y obtener un plus de rentabilidad sobre la media que ofrezca el mercado a largo plazo tendrá que optar por la gestión activa. Pero en tal caso deberá esforzarse más y dedicar mayor tiempo a sus finanzas pues la balanza del acierto se inclina decididamente del lado pasivo. Tendrá que elegir el fondo o fondos adecuados y también al gestor o gestores adecuados. En principio, las probabilidades juegan en su contra. De acertar, no obstante, la recompensa será elevada.
1. ¿POR QUÉ ELEGIR LA GESTIÓN ACTIVA? CON MENOS SE PUEDE ALCANZAR MÁS.
Para responder a la pregunta que encabeza este post mostraremos las rentabilidades obtenidas por el Bestinfond durante la etapa del ahora vilipendiado Francisco García Paramés:
El equivalente a 1€ de 1993 se habría convertido en 24.84€ en 2014, antes de impuestos e inflación, pero netos de gastos derivados de la gestión. Una rentabilidad total acumulada del 2384% que equivale a un 15.72% compuesto anual. Dicho de otra manera, el inversor de 1993 ha doblado la cantidad inicialmente invertida cada 5 años. Menos aún de 5 años.
En realidad, todo lo que supere el 11%-12% compuesto anual neto para el inversor, antes de impuestos e inflación, puede considerarse un éxito para cualquier gestor activo. En el cuadro anterior se puede ver la rentabilidad obtenida desde cada año hasta 2014. Los inversores de los ejercicios 1993-2004, 2009 y 2012-2013 han obtenido rentabilidades muy satisfactorias por encima de la tiránica media a largo plazo del todopoderoso S&P 500, 9%-10% o en el mejor de los casos 11%, eso sí repartidas de manera asimétrica.
La rentabilidad elevada hace que una cantidad pequeña de dinero pueda rendir grandes frutos. No es lo mismo doblar 1€ cada menos de 5 años que hacerlo cada 10 o cada 8. Con una perspectiva de inversión a largo plazo, más de una década, los resultados son prodigiosos debido al poder del interés compuesto. Queremos decir que para todos los que dispongan de recursos limitados la gestión activa proporciona conseguir más con menos. Sí, parece difícil de creer, pero teóricamente la gestión activa puede ayudar más precisamente a los que menos tienen. Es una lástima que se esmere en apoyar más a quienes más tienen.
2. ¿POR QUÉ ELEGIR LA GESTIÓN ACTIVA? TODO PUEDE SER BUENO.
La indexación ofrece muy buenos resultados y constituye también una herramienta fundamental para quien carece de recursos. A través de los fondos índice de bajo coste cualquier ciudadano puede acceder a los grandes beneficios que la renta variable en acciones proporciona (habitualmente) a largo plazo. Es un paso de gigante en la democratización de los mercados financieros. Todo puede ser bueno.
Ahora compararemos la diferente performance del Bestinfond 1993-2014 (en euros) con la del mítico Vanguard 500 (en dólares):
El inversor americano de 1993 ha convertido su dólar inicial en 7.15$, una rentabilidad total acumulada del 615%, un 9.35% compuesto anual. La diferencia con el inversor del Bestinfond es abismal. No quiere decir esto que el partícipe del Vanguard 500 hubiera hecho una mala elección. No la hizo, desde luego. Pero a largo o muy largo plazo eso o un poco más, de media, es todo lo que puede esperar del S&P 500, que no está nada mal. De hecho, las rentabilidades obtenidas entre 2009-2014 son extraordinarias.
3. ¿POR QUÉ ELEGIR LA GESTIÓN ACTIVA? ESTÓMAGO A PRUEBA DE BOMBAS.
La gestión activa es muy exigente a nivel emocional. Sobre todo, cuando los resultados no la acompañan y también cuando los resultados de otros son mejores, como ha sido el caso de la indexación. Cierta es la aseveración de quien un día afirmó que hacía falta más estómago que cerebro.
En el cuadro de abajo podemos observar las rentabilidades tanto del Bestinfond como del Vanguard 500 desde cada año hasta 2014 y la diferencia entre ambas en puntos porcentuales:
Entre 1993-2005 el Bestinfond arrasó. Sólo volvió a ganar, y por la mínima, en 2009. En 14 de los 22 años lo hizo mejor o sensiblemente mejor que el más prestigioso y omnipotente fondo índice del mundo. Entre 2006-2008 y 2010-2014 las tornas cambian y quien arrasa es el Vanguard 500. La reversión a la media parece un fenómeno demoledor. Pero cuidado, pues opera tanto activa como pasivamente.
La gestión activa también aspira a ganar la guerra del largo plazo y eso significa que el inversor debe estar dispuesto a soportar períodos más o menos largos de underperformance respecto a los índices. Esta triste realidad nos enseña que no se puede ganar siempre. También que la reversión a la media afecta a todos. O que sin paciencia no se va a ninguna parte, tanto si uno está indexado como si no lo está.
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El hecho de poder obtener una rentabilidad compuesta anual a largo plazo que supere al menos en 1 punto porcentual a la ofrecida por la indexación más consagrada constituye el principal argumento acerca del por qué optar por la gestión activa. Puede haber otros, cierto es. Pero desde luego es ese plus de rentabilidad lo que persigue el inversor. No albergamos duda de que se trata de la respuesta más sincera.
Sin embargo, al contrario que la indexación, la elección de un buen fondo y gestores se torna una tarea complicada y plagada de riesgos e incertidumbres. Que el talento personal de un gestor o varios pueda beneficiar a quienes menos tienen maximizando la eficacia y eficiencia de sus recursos escasos constituye un toque de atención respecto a la miríada de factores que debemos evaluar en estos profesionales. Por eso es tan importante la alineación real de incentivos, ahora llamada pedantemente “skin in the game”, entre gestor y partícipe.
Quizá suene ciertamente ingenuo apelar al idealismo personal de los gestores, seducidos por los grandes patrimonios, pero quizá no debamos olvidar el poder de los ideales. En su momento John C. Bogle demostró, pese a las burlas y zancadillas de la industria, que tal cosa era posible.
Nada hay de malo en la sana ambición. Es bueno que ésta se mezcle con los ideales. En beneficio de todos y especialmente de quienes menos tienen. El problema será encontrar al Espartaco o Robin Hood adecuado. Que tenga un sombrero con pluma no significa que no se trate de Bernie Madoff.