LOS MERCADOS EMERGENTES TAMPOCO SE LIBRARÁN DE LA REVERSIÓN A LA MEDIA
LOS MERCADOS EMERGENTES TAMPOCO SE LIBRARÁN DE LA REVERSIÓN A LA MEDIA. Muchos inversores profesionales, economistas y periodistas financieros presumen que la economía, medida por la tasa de crecimiento del PIB, lidera la tasa de beneficios del mercado de acciones. Cuanto más rápido el crecimiento, más favorable es el clima de inversión y, por lo tanto, más grandes deberían ser los beneficios que pueden esperar los inversores. El sólido crecimiento económico, dice el saber popular, es igual a una rentabilidad sólida; el crecimiento débil implica rentabilidad baja; y la recesión equivale a un hundimiento del mercado. Es decir: la actuación del mercado de acciones está ligada con la economía subyacente.
Pues Tobías E. Carlisle, en “Deep Value”, opina que no, igual que Fisher y Hoffmanns, Zweig y el mismísimo Buffett. El “saber popular”, lo intuitivo, no siempre es lo correcto en materia bursátil.
Carlisle se pregunta: si “la actuación del mercado de acciones está ligada con la economía subyacente”, ¿por qué divergieron tanto la economía y la bolsa en EEUU entre 1964 y 1998? En los primeros 17 años, 1964-1981, la actuación del mercado fue mediocre mientras que la economía subyacente fue boyante, y en el segundo período la economía subyacente se ralentizó, pero el mercado de acciones explosionó.
La razón, según Carlisle, es que la valoración, en vez del crecimiento económico, determina la rentabilidad de las inversiones a nivel de mercado y de país. Y, además, hay pruebas académicas que lo demuestran:
Elroy Dimson, Paul Marsh y Mike Staunton (London Business School) señalan que la búsqueda de economías en crecimiento es similar a la búsqueda de acciones sobrevaloradas, y genera unos resultados igualmente decepcionantes. En un estudio de 17 mercados de acciones de diferentes países que se remontaba hasta 1900 descubrieron que había una relación negativa entre la rentabilidad de las inversiones y el crecimiento del PIB per cápita. Es decir, un mayor crecimiento del PIB conlleva menos rentabilidad del mercado de acciones. (Podéis consultar el estudio en la sección Tools).
Tomando las tasas de crecimiento de cinco años de estas economías comprobaron que los mercados de acciones de las economías con las tasas de crecimiento más altas generaron retornos del 6% durante el siguiente año. Aquellas de la parte baja los generaron del 12%. En cada país, los retornos no tenían relación alguna con el crecimiento a corto plazo del PIB, o tenían una relación inversa, lo cual significa que un alto crecimiento predecía unos retornos bajos y viceversa. Pero, ¿por qué? La respuesta se encuentra en estas cuatro palabras: reversión a la media.
La reversión a la media, argumentan algunos, se trata de un fenómeno que se limita a las economías desarrolladas y sus mercados de acciones, en las que las tasas de crecimiento se han estancado en comparación con los mercados emergentes. Pero no es así. También en ellos Dimson no halló correlación alguna entre el crecimiento del PIB y los retornos del mercado de acciones.
Entre 1993-2009 el crecimiento nominal medio del PIB chino fue del 15.6% y el retorno acumulado del mercado de acciones lo fue del -3.3%. Sin embargo, en la vieja Inglaterra, con un crecimiento nominal medio de sólo el 4.6%, los mercados generaron un retorno anual del 6.1%.
Paradójicamente, las naciones con un alto crecimiento obtienen una rentabilidad menor que las naciones con un crecimiento bajo. No se trata de que el crecimiento destruya la rentabilidad, sino que el mercado reconoce el potencial de alto crecimiento de una acción y puja por un precio de las acciones demasiado alto. Los inversores son demasiado optimistas durante los períodos de crecimiento, de forma que encarecen el precio de las acciones y reducen la rentabilidad a largo plazo; al contrario, son demasiado pesimistas en los períodos de depresión, de forma que venden acciones y crean las condiciones para una alta rentabilidad a largo plazo. Los efectos de la recesión en el mercado de acciones se deben en parte a una mayor aversión al riesgo, pero también a una reacción irracional y exagerada que genera volatilidad y reversión a la media con varios años de perspectiva.
Las implicaciones de la reversión a la media en las acciones van contra toda lógica. Sin embargo, las acciones con grandes aumentos de precio de mercado y con una alta tasa histórica de crecimiento de los beneficios suelen crecer, con posterioridad, con más lentitud, y rinden por debajo del mercado. Las acciones con pérdidas de precio en el mercado y una baja tasa histórica de crecimiento suelen crecer con más rapidez en el futuro, y mejoran el rendimiento del mercado. Es decir, las acciones infravaloradas con un crecimiento en los beneficios históricamente bajo crecerán más que las sobrevaloradas. Esto es la reversión a la media y, como identificó B. Graham por primera vez, es un fenómeno que provoca que las estrategias de valor mejoren el rendimiento del mercado.
O sea, a corto plazo, el mercado es una máquina de votos: refleja una prueba de registro de votos que solo requiere dinero, nada de inteligencia ni de estabilidad emocional. Pero, a largo plazo, el mercado es una balanza o, como afirma Buffett, el valor cuenta. En los mercados emergentes también.