LO ÚNICO QUE REALMENTE IMPORTA PARA QUE TRIUNFE LA INDEXACIÓN
LO ÚNICO QUE REALMENTE IMPORTA PARA QUE TRIUNFE LA INDEXACIÓN
Por alguna extraña razón en el mundo de las finanzas no somos conscientes de la importancia que tiene interiorizar algunas perogrulladas básicas. Precisamente porque se trata de obviedades reaccionamos con ira y enfado en lugar de profundizar en las consecuencias prácticas de las mismas. No hace mucho especulábamos con este asunto al hilo de lo que realmente hace falta para hacerse millonario en bolsa o, al menos, obtener beneficios muy por encima de la media.
De la misma manera vamos a señalar lo único que realmente importa para que triunfe la indexación. Por supuesto no se trata de ningún secreto. Sin embargo, sí se refiere a algo no asumido plenamente por muchos inversores. No nos referimos a la disciplina de las aportaciones periódicas ni a la apelación al largo plazo. Lo que queremos recalcar no es otra cosa que lo siguiente: para que la indexación o gestión pasiva tenga éxito la bolsa, el mercado en general, habrá de subir a largo plazo. Eso es todo.
La afirmación anterior deriva de la propia naturaleza de la indexación: comprar las acciones que componen un índice representativo bursátil de tipo global, como el MSCI World o el MSCI ACWI o incluso el S&P500. Es decir, el mercado debe ser alcista a largo plazo. No bajista, que no suele serlo durante demasiado tiempo, pero tampoco, y esto es mucho más importante, lateral.
Cuando John C. Bogle puso en marcha su Vanguard 500 en 1976 la aventura indexada no comenzó con buen pie si nos ceñimos a los resultados reales, descontada la inflación. Un dólar invertido a principios de 1977 tardaría 6 años en recuperar su valor en términos reales. Nos hicimos eco de esta situación en este post. De hecho, el triunfo de Bogle es mucho más reciente y podemos adscribirlo a este siglo, en concreto tras la debacle de las punto.com y, posteriormente, tras la crisis del 2008. La democratización de los mercados financieros y la mejora a través de Internet de la accesibilidad a los instrumentos indexados han coadyuvado en este triunfo. Pero, sobre todo, lo que ha ayudado son los resultados.
La bolsa norteamericana dio muchas alegrías a los inversores durante los 80 y los 90. Tuvo un bache importante que retrotrajo las ganancias entre el 2000 y el 2008. Y, finalmente, reventó la banca a partir del 2009. Son los resultados, siempre los resultados.
Es decir, la indexación ha triunfado porque los mercados han terminado por subir y, además, subir mucho. Especialmente desde 2009. Al comprar todo un mercado, o un mercado global de acciones, el inversor queda ligado a la marcha de ese mercado. Ahí está su ancla. El inversor activo, en cambio, queda ligado a su pericia (y suerte) a la hora de seleccionar acciones que ofrezcan resultados mejores que la media o a la hora de aplicar criterios técnicos o macro que le permitan subirse a tiempo a las tendencias que en cada momento imperen, sean bajistas o todo lo contrario.
Pero la pregunta del millón no es qué hubiera sucedido con la indexación a partir de 1976. Eso ya lo sabemos. Ha triunfado porque, en general, el mercado ha seguido una senda decididamente alcista e incluso cuando han existido debacles los inversores han podido sobrevivir porque las subidas posteriores eliminaron las pérdidas precedentes y ofrecieron nuevas ganancias.
La pregunta del millón es qué hubiera sucedido con la indexación si en lugar de 1976-2021 esta estrategia hubiera estado accesible al público al coste actual entre, por ejemplo, 1929-1948. ¿Hubiera sido Bogle elevado a los altares? ¿Seríamos los inversores tan entusiastas de la inversión en acciones como “el mejor activo real a largo plazo”? Esa es la verdadera cuestión. Y es importante porque no es descartable en el futuro un período como 1929-1948 por mucho que a muy largo plazo “la bolsa siempre sube.” Porque el muy largo plazo podría ser demasiado tiempo para muchos inversores.
Recordemos la historia de John J. Raskob, una prominente figura de Wall Street quien alabó las bondades del capitalismo en un artículo publicado en el Ladies’ Home Journal titulado Everybody Ought to be Rich (“Todo el mundo debería ser rico”). Su tesis era que con ahorrar únicamente 15 dólares al mes (120 $ al año) e invertirlos en buenas acciones ordinarias, reinvirtiendo los dividendos, se podría obtener un patrimonio de 80.000 dólares en veinte años, habiendo aportado únicamente 2.400 dólares.
Pero lo cierto es que tras 20 años un dólar invertido en un SP500 (reconstruido al efecto) tan sólo habría obtenido un pírrico 32% de rentabilidad acumulada. Y sin descontar costes de transacción:
La amarga verdad es que siguiendo el catecismo indexado anticipado por Raskob, invirtiendo periódicamente, los resultados obtenidos a 20 años vista tampoco hubieran sido extraordinarios:
Tras aportar 2.400 $ durante dos décadas se habrían obtenido, en términos reales, unos beneficios de 1.071 $, una rentabilidad total acumulada de poco más del 44% en 20 años, que es bastante tiempo. Sin contar gastos de intermediación.
Si el objetivo del inversor era mantener la capacidad adquisitiva de su ahorro, puede afirmarse que habría conseguido su objetivo. Si su objetivo era obtener pingües beneficios, se habría sentido decepcionado. Bogle soportó un sexenio de rendimientos nulos. Y su herramienta tardó más de dos décadas en conquistar los mercados. ¿Habría sucedido lo mismo con estos otros resultados?
Y lo más importante, de enfrentarnos a un período bajista que trascienda los desastres de 2000-2008 y signifique un “tiempo perdido” en bolsa de dos décadas (o más), ¿seguirá el inversor indexado fiel a su estrategia? ¿O maldecirá el ahora sacrosanto nombre de Bogle por “haberle atado” al largo plazo? Lo que queremos decir, quizá no de manera muy sutil (o quizá sí), no es otra cosa, al final, que la sabia recomendación del viejo Benjamin Graham:
“Siempre y cuando juzguemos al futuro a partir del pasado, el inversor no negará la posibilidad de una nueva subida espectacular del mercado, pero lo que para él importa es que no puede contar con ella.”
@mellizonomics & @quietinvestment
Excelente Post David y Santiago. En mi humilde opinión, una mayoría de compradores de fondos indexados ( o indexados con comisiones de activos) no son auténticos inversores. Los bancos centrales con su política de tipos negativos han empujado a los ahorradores a comprar fondos de renta variable. En estos 12 años se ha formado una burbuja sin precedentes en los fondos de inversión. Creo que el barco se está hundiendo aunque los músicos siguen tocando. Ojalá me equivoque pero muchos de estos inversores indexados saltarán sin chaleco del barco. Un saludo
Hola. Ojalá te equivoques. Lo que es un hecho innegable, con sus ventajas e inconvenientes, es que la indexación necesita ciclos alcistas de bolsa para funcionar. En ese punto está en desventaja con la gestión activa, la cual (teóricamente, claro) lo que precisa es de un stock picking acertado (lo cual no es nada sencillo ni fácil). El inversor indexado que no asimile esto se llevará un disgusto porque su éxito no depende sólo de que mantenga su disciplina de aportaciones periódicas sino también de los buenos tiempos. Lo primero depende de él, pero lo segundo no. Un abrazo.