LO QUE EL DCA TE DA EL DCA TE LO QUITA

by in Cultura Financiera, Finanzas, Opinión y Actualidad, Principios de Inversión 16/05/2021

LO QUE EL DCA TE DA EL DCA TE LO QUITA

Pongamos como ejemplo muy teórico una supuesta inversión indexada comenzada en el ahora remoto año 2000 e implementada a través del Vanguard U.S. 500 Stock Index Fund Investor EUR Accumulation. Todo en euros, recogiendo el efecto de la divisa. Supongamos que a principios de ese fatídico año un inversor hubiera aportado 18.000 imaginarios euros. A simple vista, el período 2000-2008 resulta tan desastroso que sólo al terminar 2013 el desdichado inversor recupera su dinero. Han pasado la friolera de 14 años:

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En realidad, no serán 14 sino 16. Y esto se debe a la inflación, para cuya medición usaremos el IPCA. Recordemos que estamos en España, pagamos nuestras facturas con euros y nos afecta la inflación que se produce en nuestro país, no en Estados Unidos. En tal caso los 18.000 € originarios no se recuperarán hasta terminado 2015. La inflación media anual del período ascendió a un 2.30%, lo cual supone una depreciación acumulada de más del -31%. Por tanto, la rentabilidad acumulada en términos reales, ascenderá a un pírrico 3.00%, es decir, un 0.185% compuesto anual. Dicho de otra manera: el inversor habrá perdido 16 años de su vida. ¡Dieciséis! No 3, 5 o 7. Ni siquiera una década. Más de 15 años arrojados al vertedero. Y suponiendo que el coste del fondo de inversión se hubiera quedado en el exiguo 0.10 % que señala Mornigstar, algo harto dudoso. De no ser así e implicar un coste similar al de los robo advisors españoles actuales, deje de contar 16 y sume uno o dos años más.

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Ahora resulta difícil de creer, pero entre el año 2000-2008 el SP500, expresado en euros, arrojó 7 años de pérdidas y solo 2 de ganancias. Por increíble que pudiera parecer, estar indexado al IBEX35 hubiera sido mejor. El famoso gráfico de Jeremy Siegel en Stocks for the Long Run, referido al mercado bursátil norteamericano y expresado, por tanto, en dólares y depreciado según la inflación local, tiene ciertamente muchas virtudes, pero también muchos peligros para el inversor no norteamericano, quien asume cosas creyendo que es quien no es y que se encuentra donde en realidad no se encuentra.

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En cambio, si en lugar de haber invertido los 18.000 € de golpe se hubieran invertido al ritmo de 1.200 € anuales los resultados serían los siguientes:

En lugar de una rentabilidad total acumulada de un pírrico 3%, el inversor hubiera obtenido un 89%, transformando sus 18.000 € en 34.017 € en términos reales. En este caso, al terminar el año 2012 habría invertido 15.600 € y, teóricamente, podría recuperar su dinero sin pérdidas, pues acumularía 15.817 €. En vez de esperar 16 años tan sólo habría tenido que esperar… ¡13 años! Pongamos 14-15 si contamos con unos costes de transacción más realistas.

Lo que queremos mostrar con este ejemplo es que hay que tener mucho cuidado con las asunciones realizadas respecto a la rentabilidad del mercado de acciones. Se alega que “hoy es el mejor momento para invertir” y que todos los males serán sanados por el mero paso del tiempo y las aportaciones periódicas. Pues no tiene por qué ser así y este ejemplo, realmente no tan lejano, es una buena prueba de ello. Y eso que hemos tratado el período como período inicial de inversión. Ahora imagine que lleva ya 20 años invertido y le cae encima un 2000-2008, por supuesto en euros. Cuidado con el largo plazo porque santificarlo sin reflexionar y sin tener un as en la manga puede terminar en catástrofe.

Pongamos ahora que el inversor empieza su feliz singladura en 2009 usando el popular Fondo Naranja SP500 de ING Direct. Supongamos que invierte 14.400 € en esa fecha obteniendo los siguientes resultados al terminar 2020:

En este caso, durante 12 años soportará una inflación moderada, de media poco más del 1%, y convertirá sus 14.400 € en 64.098 € en términos reales, obteniendo una rentabilidad compuesta anual estratosférica del 13.25% en comparación con la media histórica del SP500 deflacionado del 6%-7%.

Si no dispusiera de esa cantidad inicial pero sí pudiera invertir, por ejemplo, 1.200 € al principio de cada año los resultados cambian tremendamente:

Como podemos observar arriba, ciñéndonos solamente a los resultados que descuentan la inflación, en lugar de 64.098 € tendríamos 34.061 €. Un resultado magnífico pero muy inferior al supuesto de haber invertido todo en el momento inicial. Podríamos decir que “se ha cumplido la estadística.”

En ambos casos queremos señalar que el DCA o Dollar-Cost Averaging, el promedio del coste monetario, no tiene por qué resultar ninguna panacea. Puede ayudar o amortiguar los resultados en períodos tan desesperanzadores como los 13 años que median entre 2000-2012 haciendo las cosas un poco menos horribles. Pero también puede comerse la rentabilidad cuando se conecta con un período alcista pronunciado.

Todo lo anterior se resume en una severa advertencia respecto al mantra según el cual la bolsa y las acciones son el mejor activo y el más rentable a largo plazo. “La bolsa siempre sube a largo plazo.” También es un aviso respecto al “no importa nunca cuándo se invierte” porque las depreciaciones bursátiles serán seguidas de recuperaciones meteóricas que podrán ser aprovechadas por el inversor a través de la técnica del DCA. Que este procedimiento de inversión lleve aparejadas virtudes indudables y que se adapte de manera natural a la forma en la cual la mayoría de las personas pueden ahorrar e invertir, no significa que funcione siempre y que no tenga inconvenientes. Y también queremos recalcar que la indexación es una manera de invertir mediante la cual el “dinero tonto” termina siendo más listo que el resto del dinero, pero no siempre. En ocasiones resulta que es dinero tonto de verdad.

El problema de muchos inversores en estos momentos es el “mantrismo”, la apelación irreflexiva al “yo voy a largo plazo”, “la indexación es siempre lo mejor”, “compra el mundo y échate a dormir.” Pues a veces ya puedes dormir. Más de 15 años, por ejemplo. El problema de fondo no es otro que el mismo y viejo problema de siempre: que los resultados bursátiles desde 2009 son excelentes y que, por tanto, habrán de serlo también en el futuro porque el cerebro del inversor está programado para proyectar hacia el futuro la tendencia más reciente del pasado.

Por desgracia, la vida real no tiene por qué ser así. Al mercado de valores, a la bolsa, tus mantras y tus dogmatismos le importan un pepino. Crees que estás negociando y surfeando a Mr. Market, pero en realidad Mr. Market no sabe que existes y a él y a la realidad tus opiniones, dogmas y sentimientos le importan una higa.

@mellizonomics & @quietinvestment

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