LECCIONES FINANCIERAS DEL ALMIRANTE BLAS DE LEZO (Y 2)
LECCIONES FINANCIERAS DEL ALMIRANTE BLAS DE LEZO (Y 2)
Ahora que hemos visto la historia del astuto Blas de Lezo y del arrogante almirante Vernon, pondremos un ejemplo para el sufrido soldado español de hoy en día. Supongamos que este soldado entrara en el ejército en 2004 y realizara una misión en el extranjero, Afganistán o El Líbano o cualquier otro lugar de mala reputación. Al terminar, esperemos que salvo y sano, su servicio podría ahorrar e invertir lo ganado allí en el índice bursátil más relevante del mundo, el SP500 norteamericano que engloba a las 500 empresas más importantes de USA, en enero de 2006. Vuelto a territorio nacional con, digamos, el equivalente a 12.000€ invierte esta cantidad en un fondo de inversión cuyo único fin es replicar la evolución del índice bursátil antes señalado comprando las acciones de las 500 empresas que lo componen. Pongamos que usa el Fondo Naranja de ING Direct Sp500, pues suponemos que es cliente del banco y “ya lo tiene todo ahí.” Así habrían evolucionado sus 12.000€ hasta diciembre de 2020, esto es, durante 15 años:
Al cabo de 15 años, sus modestos 12.000€ se habrían transformado en 36.938€, arrojando una rentabilidad compuesta anual del 7.78%. Es verdad que nuestro inversor habría empezado perdiendo dinero en 2007 y 2008, no recuperándolo hasta terminado 2012. Pero el paso del tiempo le habría enriquecido a pesar de todas las vicisitudes de tipo económinco y geoestratégico por las que ha atravesado el mundo, incluida una pandemia global de la que aún estamos viendo el final del túnel.
Incluso si tenemos en cuenta la inflación medida por el IPCA, sus resultados habrían sido buenos:
Sus 12.000€ tendrían un poder de compra real de 29.981€, esto es, se habrían revalorizado a una tasa compuesta anual en términos reales del 6.29%. En tal caso su experiencia inversora habría sido pésima al comienzo, pues entre 2006 y 2008 habrá perdido dinero, no recuperándolo hasta 2013. Un comienzo en apariencia demoledor. Pero así parecían las cosas al principio de la Batalla de Cartagena de Indias, con los ingleses a las puertas. Hasta que la paciencia, constancia y disciplina de Blas de Lezo y sus hombres inclinaron la balanza del lado español.
Es más, supongamos que nuestro soldado decide ahorrar al año 1.200€, 100€ al mes, e invertirlos enero de cada ejercicio, como refuerzo de su inversión anual. Como tiene muchos gastos no puede ahorrar más ni tampoco incrementar su tasa de ahorro con el tiempo, pero sí ser constante, paciente y disciplinado con la cantidad antes señalada. En tal caso sus resultados serían los siguientes:
Ahora habría invertido 28.800€ y tendría nada más y nada menos que 80.592€, una cifra respetable pues supone una rentabilidad acumulada del 180%. Casi habría triplicado su inversión. En términos reales descontando la inflación, el resultado sería el siguiente:
Sus 28.800€ valdrían en realidad 70.474€ y se habrían revalorizado un 145%. No está nada mal. No ha tenido que trabajar ni hacer ningún tipo de esfuerzo especial. Afortunadamente para él y a pesar de los prejuicios del ciudadano de a pie la bolsa, a largo plazo, te regala el dinero. Pero sólo si sabes esperar. Como los snipers.
En este la ley del máximo beneficio y mínimo esfuerzo alcanza su culmen. La paciencia, constancia y disciplina (virtudes por cierto muy militares) de este soldado ha contribuido a que no abandone de vacío (económico queremos decir) las Fuerzas Armadas. Ahora dispone del elemento más importante a la hora de ganar una batalla: contar con una fuerza de reserva (en este caso es el ahorro capitalizado en bolsa), operativa y disponible para usar en caso de necesidad.
Si se tratara de un soldado que, tras 25 años, por no acceder a la condición de militar de carrera, tuviera que dejar el ejército como reservista voluntario, cobrando unos 650€ al mes podría contar con una gran ayuda. Por ejemplo, esos 12.000 € iniciales más 1.200€ al año durante 24 años suponen un ahorro de 40.800 €. Si obtuviera en términos reales un 6% compuesto anual al final tendría ahorrados más de 116.000€. Es decir, más de 178 pagas adicionales como reservista o casi 15 años de salario adicional a sus modestos 650€.
Si el soldado accediera a la condición de militar carrera, pasaría a la reserva a los 58 años. Si no cambiara su tasa de ahorro y sumara 35 años de servicio ahorrando de esta manera, con los 12.000€ iniciales sus recursos obtenidos en su primera misión internacional, obtendría en términos reales una cifra aproximada de 225.000€ habiendo ahorrado 52.800€. Podría encarar entonces su jubilación con mucho optimismo y sumar cada mes 900€ o 1.000€ a su retiro.
Esta situación es susceptible de mejorar si el soldado aumenta su ahorro o en el momento en el cual percibe ingresos extraordinarios, normalmente por realizar alguna misión en el extranjero, decide dedicar todos o parte de esos emolumentos al ahorro a largo plazo. Es una pena que el desconocimiento de esta estrategia y su correspondiente táctica, las aportaciones periódicas, acompañadas de los malos hábitos de ahorro y consumo no se popularicen en nuestras FAS, un entorno de los más propicios, para proceder a este tipo de ahorro e inversión.
Si le interesa aprender los fundamentos de este tipo de inversión, la más rentable y segura a largo plazo (además de la perfecta ecuación entre resultados y esfuerzo-tiempo empleado en conseguirlos) consulte las dos obras fundamentales del creador y pionero de los fondos índice John C. Bogle, El pequeño libro para invertir con sentido común y Cómo invertir en fondos de inversión con sentido común. Si le interesa la táctica y el procedimiento concreto consulte la modesta y didáctica obra que dos humildes cabos primeros hemos escrito, La Guerra Financiera Asimétrica, donde el campo de batalla es el peor posible, el IBEX35, pero donde el entrenamiento para este combate financiero tan desigual es, a su vez, también el mejor posible pues no hay estrategia ni táctica de combate virtuosa si no se pone a prueba en los escenarios más hostiles.
Al igual que con don Blas de Lezo, lo importante no es lo que haces ni lo que tienes sino lo que haces con lo que tienes. Esta lección estratégica y táctica que en su día nos dio el gran Almirante tiene su correspondiente trasposición al ámbito financiero, un campo de batalla donde el enemigo es terrible y sólo los soldados más disciplinados alcanzan la victoria de la mano de la santa tríada de la paciencia, la constancia y la disciplina.
Gracias, Almirante Lezo, por su ejemplo que aquí, para fines más modestos, hemos usado con orgullo.
@mellizonomics & @quietinvestment
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La guerra financiera asimétrica