LAS FORTUNAS DE LOS FUTBOLISTAS
No hace mucho publicaba El Mundo un interesante artículo titulado “Por qué el 80% de los deportistas acaba en la ruina” citando varios ejemplos de celebridades del deporte mundial bien conocidos por todos como Christian Vieri o Iván Zamorano, ya retirados, pero también de algunos otros que continúan en activo como Messi o Sergio Ramos. En realidad, el artículo de El Mundo se hacía eco de otro similar publicado por la revista Sports Illustrated, enumerando las causas de la mala gestión financiera de las estrellas del balón y otros deportes. Entre ellas se citaban la perniciosa influencia de familiares y amigos, novias y esposas incluidas, así como el inicio de negocios ruinosos y el pésimo asesoramiento. Todo ello aderezado con altas dosis de ignorancia financiera y gastos suntuarios estilo “nuevo rico.”
1. LAS FORTUNAS DE LOS FUTBOLISTAS: TODOS LOS INCENTIVOS EN CONTRA.
Por extraño que pueda parecer la acumulación rápida de grandes cantidades de dinero no conlleva necesariamente su conservación futura ni mucho menos su incremento. La juventud, la fama y el dinero rápido son enemigos acérrimos de un retiro jubiloso y el caso del futbolista alemán Andreas Brehme (autor del gol que dio a Alemania el mundial de 1990) limpiando inodoros para sobrevivir constituye uno de los múltiples ejemplos de ello y puede que no el más lastimoso.
Los deportistas de élite tienen una vida profesional relativamente breve y es probable que no calibren bien que determinados niveles de gasto no se pueden mantener en el futuro cuando los ingresos decaen al terminar en mitad de la treintena su vida laboral. El gasto excesivo constituye siempre la principal causa de la ruina de los deportistas, máxime si el gasto, además de excesivo, se centra en el lujo y la acumulación de cosas inútiles, así como el mantenimiento de una corte de chupópteros que se hacen pasar por amigos (y amigas) mientras, eso sí, el flujo de efectivo no decaiga.
La obsesión por el ladrillo y el inicio de negocios variopintos que terminan en quiebra añaden más leña al fuego. Quien se muestra hábil marcando goles o encestando canastas mientras nada en dinero quizá crea que también le acompañará el éxito como empresario. Craso error pues lo uno no implica lo otro. El ganar grandes cantidades de dinero por poseer una habilidad especial desarrollada a base de mucho trabajo, constancia, esfuerzo y disciplina parece hacer creer a muchos que también en el mundo de los negocios tendrán la misma fortuna, como si ahí no hiciesen falta la misma constancia, disciplina y mucho trabajo.
No piensan que si necesitan jornadas enteras de duro entrenamiento para alcanzar la excelencia en un deporte necesitarán lo mismo para obtener esa misma excelencia en otro campo diferente, como el de los negocios.
2. LAS FORTUNAS DE LOS FUTBOLISTAS Y LA CONVENIENCIA DE SU CONSERVACIÓN.
No es una buena noticia leer en los periódicos que este u otro deportista de élite se han arruinado o han perdido un dineral abriendo negocios ruinosos o adquiriendo inmuebles. El público es adulador del éxito y lisonjero del ganador mientras que a sus espaldas se alegran de sus “fueras de juego empresariales” pues no solo la codicia mueve al mundo sino, lamentablemente, también la envidia.
Cuando nosotros tenemos conocimiento de un caso de ruina deportiva nos invade, no obstante, la tristeza pues vemos en esa tragedia financiera la pérdida de una gran oportunidad. Queremos decir que si alguien se enriquece rápidamente debido a su habilidad con la pelota nos parece importante que conserve lo que tiene y, aún por encima, lo aumente pues si todos queremos ayudar a los demás lo cierto es que aporta más un rico que un millón de pobres. Las intenciones cuentan, pero el dinero suma. Por eso constituye una tragedia financiera la ruina de cualquier persona y eso incluye a los futbolistas y al resto de los deportistas millonarios.
A todos nos conviene que haya más ricos y menos pobres pues si bien las buenas intenciones y voluntad de los segundos nos reconfortan lo cierto es que son los medios materiales aportados por los primeros los que más pueden ayudar y beneficiar, con sabias y prudentes decisiones de consumo e inversión, a la mayoría de nosotros.
3. LA FORTUNA DE LOS FUTBOLISTAS: UNA PROPUESTA SENCILLA Y PRÁCTICA PARA SU CONSERVACIÓN E INCREMENTO.
La mayoría de nosotros no tenemos ningún tipo de habilidad especial o, mejor dicho, ningún tipo de habilidad especial por la cual los demás estén dispuestos a pagar dinero. Los deportistas de élite de los grandes deportes de masas, en cambio, sí la tienen. Ese don no crece en un baldío, sino que precisa mucha dedicación, trabajo y esfuerzo para dar sus frutos, así como su correspondiente dosis de buena suerte evitando las lesiones graves.
Quizá muchos aficionados no se den cuenta de lo terriblemente deprimente y traumático que la jubilación a los 35 puede llegar a representar para alguien acostumbrado a la fama, el protagonismo y los ingresos elevados. Pero es que, además, el deporte de élite suele presentar una factura física muy elevada a largo plazo para quienes estuvieron en la cima. Nadie piensa en las rodillas de los futbolistas cuando marcan goles, pero mucho menos cuando cojean a los cuarenta y tienen que pasar múltiples veces por quirófano y visitar todas las semanas al fisioterapeuta. El deporte es sano, pero ¡cuidado! porque el deporte de élite no lo es tanto como pudiera parecer.
Por eso vamos a proponer una manera sencilla y duradera de proteger sus ganancias e incrementarlas para todos aquellos deportistas millonarios que piensen erróneamente que la fortuna que ahora les sonríe lo hará para siempre. Lo haremos de la mano de La Guerra Financiera Asimétrica a través de un ejemplo válido para todo el mundo.
Cierto es que las probabilidades de que alguno nos preste atención o, por lo menos, reflexiones mínimamente sobre este asunto, son insignificantes. Pero vale la pena plantearlo y proponerlo porque creemos de verdad que las fortunas de los futbolistas nos benefician a todos más incluso que sus logros deportivos.