¿SON LAS COMPAÑÍAS NORTEAMERICANAS MEJORES QUE LAS EUROPEAS? (y 2)
¿SON LAS COMPAÑÍAS NORTEAMERICANAS MEJORES QUE LAS EUROPEAS? (y 2)
En la primera parte de este post habíamos mencionado la pesimista visión que The Economist tenía respecto a las empresas europeas. El famoso rotativo económico británico había utilizado de manera un tanto torticera una remota cita del difunto Steve Jobs para justificar a posteriori su conclusión. Al mismo tiempo, no dudábamos de que, probablemente, una gran parte de los lectores e inversores respondieran a la pregunta que da título a este post de manera rotundamente positiva. No obstante, puede que la realidad sea más compleja y prosaica. Veamos por qué antes de decidirnos de manera definitiva por un sí o un no rotundo.
The Economist afirma que las empresas estadounidenses solo generan el 30% de sus ventas en el extranjero, mientras que en la Europa desarrollada esa cifra ronda el 50%. Sin embargo, este debiera ser un argumento a favor de las compañías europeas, pero The Economist, en cambio, interpreta este hecho negativamente, ya que “esto hace que la gestión de las empresas europeas se convierta en un apagar incendios constantemente en filiales remotas.” Una afirmación, a todas luces, controvertida.
No obstante, el hecho de que las empresas estadounidenses dominen los primeros puestos de la clasificación mundial de capitalización de mercado es, simplemente, un asunto FAMANG. Alphabet, Facebook, Apple y Netflix están a localizadas a menos de 40 millas entre sí. Un nido de talento que se retroalimenta y que explicaría gran parte del éxito de las empresas tecnológicas norteamericanas. Pero la agrupación del talento no es la única razón por la que las empresas estadounidenses han tenido un éxito especial en tecnología, aunque pueda ser una parte importante del mismo.
Lo mismo ocurre cuando evaluamos las start-ups. Muchas de ellas están relacionadas con la tecnología y, naturalmente, dado que esta industria está agrupada en la costa oeste de los EEUU, gran parte de estas empresas emergentes no “emergerán”, lógicamente, en otros lugares. Es cierto, pues, que un fenómeno similar no sucederá con la misma intensidad y efectos en Londres, Frankfurt o París. Pero tampoco ha sucedido en Chicago, Miami o Washington DC. Es decir, que esto, per se, no es algo tan terrible para Europa, si bien resulta genial para Silicon Valley.
En pocas palabras, el éxito de las acciones tecnológicas estadounidenses no significa que las empresas europeas no puedan ser buenas inversiones. En algunos casos, nada podría estar más lejos de la verdad. Cierto es que Europa no tiene ningún FAMANG, pero domina el lujo (piense en LVMH, L’Oréal, Hermes) y los licores (Diageo, Heineken, Pernod Ricard y Anheuser Busch), y luego está IKEA, que básicamente no tiene competidores similares.
Al mismo tiempo, por cada P&G hay un Unilever, para cada Mondelēz un Nestlé, para cada Boeing un Airbus, para cada Nike un Adidas, para cada Cargill un Vitol, para cada GM un Volkswagen, para cada Costco un Lidl, para cada GE un Siemens, para cada Pfizer un Roche o un Novartis, para cada Southwest un Ryanair, y para cada ExxonMobil o Chevron o Phillips, hay un BP, Shell o Total.
Por tanto, las empresas europeas no son peores que sus comparables estadounidenses. Son igual de buenas y, en algunos casos, son mucho mejores. Pensar de otra manera tal vez sea un poco ingenuo o simplemente asuma el relato dominante sin detenerse en la realidad de los hechos. Un relato que las RRSS, ávidas de rendir pleitesía a los ganadores y defenestrar a los perdedores, no hacen sino aumentar.
Recordemos que en los 30 años que median entre el 1 de enero de 1980 y el 31 de diciembre de 2009 el S&P 500 generó una rentabilidad compuesta anual en términos nominales del 11,5%. Durante ese mismo período ¿cuáles fueron los rendimientos anuales del MSCI Europe? Exacto. También un 11.5%.
Dicho de otra manera, no había nada estructuralmente malo en Europa durante ese período en relación a EEUU, ni sus empresas estaban “acabadas” ni, por supuesto, sufrían de “diferencias lingüísticas y culturales” relevantes.
En esta última década, sin embargo, las cosas han cambiado. Estados Unidos ha derrotado a Europa, con el S&P 500 generando más del doble del rendimiento anual del MSCI Europe. Parte de esto, tal vez más, ha sido impulsado por la superior performance de las FAMANG y sus hermanos tecnológicos. Estas acciones pueden o no estar sobrevaloradas, pero, en cualquier caso, seguramente han captado la atención y los flujos globales de capital, posiblemente a expensas de las acciones europeas.
Cabe sospechar, por tanto, que parte del bajo rendimiento relativo de Europa no tiene nada que ver con su falta de FAMANG, sino que ha sido impulsado por narrativas construidas sobre suposiciones falsas acerca de un teórico conjunto de oportunidades de inversión inferiores a las norteamericanas. The Economist es también culpable de dar forma a esa narrativa falsa y de sufrir un severo sesgo antieuropeo. El artículo de The Economist también menciona que “parte del terreno perdido por Europa se debe al ascenso de China.” Pero al igual que con el argumento sobre los FAMANG, el surgimiento de China y empresas como Tencent, Kweichow Moutal o Alibaba probablemente tenga muy poco que ver con que “Estados Unidos es el hogar espiritual del capitalismo” o, de nuevo, las “diferencias lingüísticas y culturales en Europa.”
Evidentemente, Europa no es perfecta, pero tampoco lo es ningún otro lugar. Nuestra sugerencia es que los inversores deberían ignorar las narrativas sedientas de atención, como las propagadas por The Economist, y considerar más objetivamente las oportunidades de inversión más allá de los EEUU. Ahora EEUU es popular entre la comunidad inversora, no como en 2008 o el período 2000-2007. Al carro del ganador todo el mundo se quiere subir. Todos quieren una foto con la chica más popular del baile. Los nuevos inversores, que poco más han conocido que lo sucedido en la última década o en el último lustro, alimentan a su vez esa narrativa mientras entonan en las RRSS al unísono el soniquete de “enestepaís”, pero en su versión “enestecontinente”, mientras hacen memes con lo de “Europa está barata.”
Es evidente que la bolsa norteamericana ha superado ampliamente a Europa durante más de 10 años, y eso puede ser un gran desincentivo para explorar oportunidades en nuestro propio continente. Pero esa inercia puede haber generado perspectivas más que interesantes para la próxima década. Puede ser que las diferencias de valoración entre las dos regiones sean tan marcadas que las inversiones en buenas empresas estadounidenses con valoraciones elevadas no produzcan un rendimiento tan generoso como el obtenido históricamente, ni tan bueno como el que podamos obtener invirtiendo en buenas empresas europeas con valoraciones con descuento.
En el hipotético caso de que Europa recupere esa rentabilidad anual a largo plazo del 11,5% o similar y EEUU retroceda o, simplemente, aminore, esto sólo significaría que, efectivamente, había algunas oportunidades de inversión en Europa muy interesantes esperando a ser descubiertas. Pero para entonces, la narrativa ya será otra diferente y las proclamas de The Economist y el resto de los mass medias financieros también.
Y los memes habrán cambiado de orilla.
* Fuente: Albert Bridge Capital.
@mellizonomics & @quietinvestment