LA YIHAD FINANCIERA
LA YIHAD FINANCIERA
Es un lugar común, tópico y aburrido, la perenne tendencia de una parte de la comunidad inversora en luchar denodadamente por obtener un poco de atención y recibir de la manera que sea un poquito de “tener razón.” Los inversores que practican esta disciplina, abyecta y por lo demás inútil, son siervos de lo que nosotros llamamos “la yihad financiera”, esto es, el fanatismo de las propias “creencias” y el vituperio de las ajenas.
El mundo de la inversión está plagado de discusiones estériles que no aportan nada porque se plantean en términos de blanco y negro, de “nosotros” y “ellos”, de “amigo” y de “enemigo”, y que con la irrupción de las RRSS aún se tornan más miserables al hilo del anonimato porque, al fin y al cabo, sólo persiguen un objetivo: tener razón y que alguien lo reconozca. Si cada uno atendiera a lo suyo y se limitara a compartir con los demás sus ideas y propuestas en términos presididos por la educación y el respeto mejor nos iría a todos. Sin embargo, esta última afirmación es tan inocente y cándida como eterna y recurrente lo es la naturaleza humana y el ánimo por sermonear al prójimo.
Hubo un tiempo en el cual el debate se centraba en torno al conflicto entre análisis técnico y análisis fundamental, debate aburrido y tedioso donde sólo impera la arrogancia y la prepotencia acompañadas del propósito de denigrar “al rival.” No resulta difícil identificar a los practicantes de esta yihad absurda pues normalmente usan expresiones del tipo “lo único que funciona es esto o aquello.” ¡Qué pérdida de tiempo! El papel más sacrificado en esta guerra de tontos debe ser el de los analistas fundamentales que usan a su vez criterios técnicos y viceversa. Sólo hay algo que los yihadistas financieros detesten más que a sus “enemigos” directos: a los “equidistantes.” Debe resultar imperdonable localizar una acción infravalorada por criterios fundamentales realizando un doble suelo y sacar partido de ello.
La yihad financiera se extiende a muchos otros ámbitos y habitualmente acompaña a las modas de inversión. Por ejemplo, otra discusión de bobos es gestión pasiva sí/gestión activa no y viceversa. Basta con formular la perorata activa o pasiva en términos impersonales para auto atribuirse más razón que el otro. Como si todos los inversores tuvieran las mismas circunstancias personales y financieras, la misma disponibilidad de tiempo y el mismo interés en las finanzas personales. Lo importante es quién hace gala de peor educación y modales para defender su “Corán.” Cuando crees tener razón sólo usas una lista de ventajas y te olvidas de los inconvenientes.
Las variantes yihadistas pueden ser interminables y sus orígenes diversos. Pueden, por ejemplo, centrarse simplemente en el vehículo de inversión. ¿Fondo de inversión o ETF? ¿Plan de pensiones? ¿Robo advisor sí o no? Pero este tipo de yihad es inocua comparada con otras.
Con mucha frecuencia, el yihadista apela como fuente única de su “razón” la última performance exitosa en bolsa de un determinado tipo de acciones. La variante más dañina de esta enfermedad contagiosa destructora de neuronas es el debate value-growth como si, ya para empezar, fuera fácil y sencillo establecer una línea divisoria clara entre ambos. En estos conflictos puede haber muchas variantes, como la defenestración de las estrategias basadas en dividendos o las construidas en base a factores cuantitativos frente a las compounders y las inversiones fundamentadas en la calidad y el moat. Nada nos parece más desaconsejable en materia bursátil que buscar el refrendo en un criterio general de mejor performance bursátil a corto o medio plazo. Y es peligroso porque el mercado tiene la mala costumbre de defenestrar a los ganadores con cierta periodicidad. Esto, al yihadista no le importa porque en su naturaleza se combinan la memoria de pez, la imprudencia y el “cambia-chaquetismo.” Dicho de manera mucho más elegante y certera, todos estos yihadistas dependientes de la moda de la última mejor performance relativa, “en lugar de juzgar el precio de mercado con criterios de valor establecidos, basan su criterio de valor en el precio de mercado.”
No puede faltar en la yihad financiera los excesos de le independencia financiera, en ocasiones un mantra o un salmo sectario más que un faro o una guía hacia la mejora paulatina y progresiva de las condiciones financieras personales. No importa el tema de la yihad, todo termina en una cuestión de fe, pero se afirma que no hay peor fe que la del converso. Si esto es así, no hay degradación peor de una idea y aspiración noble que el empeño de lograr un fin al coste que sea, y todo lo que gira en torno a la independencia financiera, la meta noble, se puede tornar en ópera bufa, pues todo en exceso puede ser malo.
Ahora llegará en breve la yihad del asset allocation y las carteras permanentes, que retoman otra vieja y aburrida discusión de la comunidad inversora, que no es otra que la volatilidad entendida como riesgo o como oportunidad. Todo resulta indiferente mientras uno pueda arrimar el ascua a su sardina teórica, simplemente por no usar la expresión, preñada de prudencia, de casi siempre o la más galaica de “depende.”
No hay vacuna ni remedio contra este mal. A la naturaleza humana le va denigrar al perdedor y ensalzar al ganador, algo realmente estúpido en el mercado, que suele tener fecha de caducidad para todos sus “productos”, “modas” y “tendencias.” A la naturaleza humana le va el sermoneo y la búsqueda de reconocimiento. A la naturaleza humana le va que le presten atención. “Fardar.” Nuestro punto de vista es luchar contra esta naturaleza. Tratar de quedarnos con los aspectos positivos de los debates siempre con el filtro de la buena educación. Quien no pasa ese filtro no merece ser escuchado. Nuestra opción es ignorar al “inversor tóxico”, al “tolosa financiero”, al que viene a buscar follón y polémica porque no debe tener nada mejor que hacer. Quien esto escribe es feliz amo de casa y se ocupa 24/7 de un par de mellizos. Tengo ese privilegio. Pero, lógicamente, no me sobra el tiempo. Este es limitado y no puede desaprovecharse ni con yihadistas financieros ni con discusiones estúpidas en un mundo, el de la inversión, donde lo que menos abunda son las certezas, salvo la certeza absoluta de que todos nos equivocamos.
He aquí un consejo, elegante y más profundo de lo que parece, que compartimos con la mejor de las intenciones: “No hay formas fiables de ganar dinero fácil y rápidamente, ni en Wall Street ni en cualquier otro lugar… pero existen muchas formas de ganar y conservar dinero en Wall Street.”
@mellizonomics & @quietinvestment