LA VOLATILIDAD DE COBAS AM
LA VOLATILIDAD DE COBAS AM
En la última newsletter de Cobas AM correspondiente al mes de mayo se trata, dentro de la sección El Tema del Mes, de uno de los asuntos más polémicos y poliédricos del mundo de las finanzas e inversión: ni más ni menos que de la volatilidad.
Comienza Cobas por ofrecer un concepto general de la volatilidad, que sería “una medida estadística de cuánto cambia el precio de un activo durante un tiempo determinado. Expresada en porcentaje, se calcula como la rentabilidad media de un activo durante un período en concreto. Cuanto más rápidas y extremas son las fluctuaciones, más volátil es el activo.”
No obstante, no creemos que sea la intención de Cobas el ofrecer un estudio académico de un concepto tan complicado como la volatilidad y menos aún a través de una newsletter. Suponemos que el propósito de la gestora liderada por Francisco García Paramés no es otro que ofrecer (legítimamente) “su concepto” de volatilidad. En este sentido, y sin apartarse de la ortodoxia del value investing desde Graham a Buffett, Cobas insiste en que, si bien tradicionalmente la volatilidad ha sido considerada como un indicador de riesgo, la realidad es que constituye “una gran aliada que ofrece oportunidades a los inversores.” Nosotros lo hubiéramos expresado de otra manera, por ejemplo, “puede ser una aliada que etc.” Quizá nuestro punto de vista es más timorato.
Respecto a los efectos de la volatilidad se afirma que “las acciones están sujetas a una mayor volatilidad en el corto plazo, pero no en el largo plazo. Que el precio de una acción varíe no implica que el valor del negocio cambie en la misma magnitud.” Se apoya esta afirmación en un gráfico de barras elaborado, ¡cómo no!, por el ínclito Jeremy Siegel en su celebérrimo Stocks for the long run. Esta obra nos parece fundamental para cualquier inversor y es una lástima que se haya reducido su contenido a un par de gráficos. No obstante, creemos que el inversor debería recordar también lo que señalamos en este post respecto a las afirmaciones taxativas extrapoladas sin contexto de la obra de Siegel y también acerca de que el concepto de “largo plazo” puede ser en realidad más largo de lo que el inversor presupone.
Cobas se pregunta también si entonces la práctica del Market Timing resulta peligrosa. Desde el punto de vista de la gestora “intentar acertar con los tiempos del mercado erosiona la rentabilidad. Hay veces que no hacer nada cuando el mercado está en pánico es la mejor solución.” Para reforzar esta afirmación se añade un gráfico de barras que muestra los efectos de perderse las 5 y 30 mejores jornadas del mercado. El inversor ve de vez en cuando estas estadísticas y, evidentemente, refuerza su convicción en el buy&hold. A nosotros no nos entusiasman tanto porque podríamos hablar de la rentabilidad que se obtiene evitando las 5 o 30 peores jornadas. O evitando las 5 o 30 mejores y las 5 o 30 peores. No queremos decir con esto que no creamos que es mejor para la mayoría de inversores ceñirse al buy&hold. Lo que queremos remarcar es que si esto último es mejor lo es por la dificultad de anticiparse al mercado, pero sólo por eso y no porque no existan otras formas de invertir que basándose en otros criterios no ofrezcan a su vez alternativas rentables.
La conclusión final de Cobas AM es que “la volatilidad no es igual a riesgo. La volatilidad es oportunidad. El riesgo es la pérdida permanente de capital. Equiparar riesgo con volatilidad es uno de los principales errores de la inversión.” Es decir, como ya hemos señalado arriba, la postura clásica del value investing desde los tiempos de Graham. Corresponde al lector estimar si lo anterior es correcto o no según sus propias convicciones, conocimientos y experiencia.
A nuestro modo de ver, si la compra de acciones se entiende como la adquisición de una parte alícuota de un negocio en marcha y, por tanto, el mercado es secundario porque no constituye más que un lugar donde el inversor va a comprar o vender “sus negocios” dependiendo de la relación del precio ofrecido y el valor del negocio subyacente, entonces esta perspectiva nos parece correcta. Pero eso no significa que lo sea para quien concibe las acciones y el mercado de otra manera porque le interesa, por ejemplo, la historia del precio o el comportamiento de otros participantes en el mercado y, por el contrario, no demasiado si las acciones que adquiere en su inversión/especulación están o no infravaloradas o sobrevaloradas.
Por otro lado, también es necesario recordar que la volatilidad aún entendida tal y como Cobas AM la entiende sí puede ser un riesgo, pero de tipo subjetivo, derivado de la necesidad particular de un inversor de vender por motivos sobrevenidos que le provocan una falta de liquidez. En tal caso podría afirmarse que la volatilidad no tendría por qué ser ningún tipo de riesgo siempre y cuando el inversor no se vea envuelto en una situación que le convierta en vendedor forzoso.
Sea como fuere, a nosotros nos agrada lo que, en la versión comentada por Jason Zweig de El inversor inteligente, se nos ofrece como un concepto de riesgo que va más allá de la volatilidad:
“El filósofo de inversión Peter Bernstein … se remonta a Blaise Pascal, el gran matemático y teólogo francés (1623-1662), que creó un experimento de reflexión según el cual un agnóstico debía apostar sobre si Dios existía o no. Lo que debe poner en juego esta persona para realizar la apuesta es su conducta en la vida; el premio definitivo de la apuesta es el destino de su alma después de la muerte. En esta apuesta, afirma Pascal, “la razón no puede decidir” la probabilidad de la existencia de Dios. Dios existe o no existe, y únicamente la fe, que no la razón, puede dar respuesta a esa pregunta. Sin embargo, mientras que las probabilidades en la apuesta de Pascal son las mismas que cuando se arroja una moneda al aire, las consecuencias son absolutamente claras e indiscutiblemente ciertas. Como explica Bernstein:
- Supongamos que actúa usted como si Dios existe y usted vive de manera virtuosa, en abstinencia, cuando en realidad no hay Dios. Habrá renunciado a algunas cosas buenas de la vida, pero también habrá tenido recompensas. Por el contrario, supongamos que actúa usted como si Dios no existiese y vive una vida de pecado, egoísmo y lujuria cuando en realidad Dios existe. Es posible que se haya divertido y que haya tenido grandes emociones a lo largo de la relativamente breve duración de su vida, pero cuando el día del juicio final llegue, estará usted metido en un tremendo aprieto.
Bernstein llega a la siguiente conclusión: “A la hora de adoptar decisiones en condiciones de incertidumbre, las consecuencias deben dominar a las probabilidades. Nunca sabemos lo que va a pasar en el futuro.” Por lo tanto, el inversor inteligente … debe asegurarse frente a las pérdidas si su análisis resulta ser erróneo, cosa que ocurrirá de vez en cuando incluso con los mejores análisis. La probabilidad de cometer por lo menos un error en algún momento de su vida de inversión es prácticamente del 100%, y esas probabilidades están absolutamente fuera de su control. No obstante, usted sí que tiene control sobre las consecuencias que tendría su equivocación. Muchos “inversores” … apuestan por la opción errónea de la apuesta de Pascal. Ante la certeza de que conocen las probabilidades de acertar, no hacen nada para protegerse frente a las consecuencias de equivocarse.”
Aquí lo dejamos. Tenga, pues, cuidado con las fluctuaciones del mercado. O no.
@mellizonomics & @quietinvestment