LA REVERSIÓN A LA MEDIA O LA MEDIA DE LA REVERSIÓN
La reversión a la media o la media de la reversión. En 1926 comienza su singladura el índice que hoy conocemos como SP500, si bien al principio se trataba de un SP90 pues no sería hasta 1957 que se ampliaría a las 500 capitalizaciones más importantes del mercado norteamericano. A continuación, veremos la rentabilidad real de este índice desde su inauguración en 1926 hasta 2018, un recorrido que abarca 93 años.
Muchas son las ocasiones en las cuales el inversor ha escuchado que la rentabilidad bursátil a largo plazo es de aproximadamente el 6.6% compuesto anual. Por lo menos en la bolsa norteamericana y una vez restada la inflación de la rentabilidad nominal del índice. Veamos qué hay de cierto en eso.
También es probable que haya el lector leído numerosas noticias acerca de los peligrosos y elevados niveles de mercado actuales o, por otro lado, todo lo contrario. Puede que la historia de la rentabilidad bursátil a largo plazo del SP500 TR nos pueda proporcionar alguna indicación. Veamos también qué se puede hacer al respecto.
01. LA REVERSIÓN A LA MEDIA O LA MEDIA DE LA REVERSIÓN: CASI UN SIGLO DE SP500.
Un dólar invertido en 1926 en el SP500 norteamericano (SP90 hasta 1957) en su versión Total Return, esto es, reinvirtiendo los dividendos, se habría convertido en 2018, 93 años después, en 6.921 dólares al ritmo que marca una rentabilidad compuesta anual del 9.97%. De finalizar el cómputo en un año en positivo como 2017, hablaríamos de 7.238 dólares y un 10.14% compuesto anual a lo largo de 92 años.
Desafortunadamente la inflación media anual en Estados Unidos desde 1926 hasta 2018 ha sido del 2.98% según las estadísticas del Bureau of Labor Statistics, si bien se ha repartido de manera harto asimétrica. Sin entrar en polémicas acerca de la inflación hemos procedido a restarla (o sumarla en los casos deflacionarios) a la rentabilidad nominal del todopoderoso índice norteamericano. Los resultados son los siguientes:
La inflación a tan largo plazo tiene unos efectos devastadores sobre la rentabilidad del índice y convierte aquellos 6.921 dólares en 496. De una rentabilidad compuesta anual nominal del 9.97% pasamos ahora a otra del 6.90%. Si termináramos el cómputo en 2017, año positivo, la rentabilidad compuesta anual en términos reales ascendería al 7.06% versus aquella del 10.14% nominal.
Más de un 32% de los años han terminado, por tanto, en rojo. Sin inflación estaríamos hablando de casi el 28% de todos los ejercicios. Parece que en términos reales la bolsa, por lo menos la norteamericana, sí se pasa un tercio del tiempo bajando, aunque con intensidades muy asimétricas.
02. LA REVERSIÓN A LA MEDIA O LA MEDIA DE LA REVERSIÓN: EL NÚMERO DE LA BESTIA.
Si ahora indagásemos acerca de la rentabilidad compuesta anual del SP500 TR desde 1926 hasta 2018, año a año, obtendríamos una tabla como la que sigue:
Así, desde 1926 hasta 2018 la rentabilidad compuesta anual en términos reales del SP500 ha sido del 6.90%. Desde 1927 hasta 2018 del 6.86%. De 1928 a 2018 del 6.55%. Y de esta forma sucesivamente.
Todos los años terminan en positivo menos 2018, el último, y la media de estas 93 rentabilidades es de casi el 6.59%, una cifra muy cercana al diabólico 6.66% que mencionábamos en la introducción. Podríamos decir entonces que rentabilidades compuestas anuales en términos reales por debajo de 6.59% muestran una “underperformance” con respecto a la media a largo plazo mientras que las superiores señalarían una “overperformance.” ¿Podría todo lo anterior agruparse por períodos? Probablemente sí.
Por ejemplo, el primero sería el tormentoso quinquenio 1926-1930 donde tendríamos de un total de 5 años 2 por encima de la media y tres por debajo:
A continuación, vendría un largo período de 24 años donde la rentabilidad compuesta anual del SP500 ha estado por encima de la media del 6.59% durante 23 ejercicios con la única excepción del año 1937:
A un período con rentabilidades por encima de la media le seguirá otro por debajo que durará 20 años, 1955-1974. Todos y cada uno de esos años, sin ninguna excepción, arrojan rendimientos inferiores a la media del 6.59% compuesto anual real:
Y a un período de underperformance le sigue ineludiblemente otro de overperformance, en este caso los 21 años que median entre 1975-1995, donde tampoco habrá ningún ejercicio que ofrezca rentabilidades compuestas anuales reales inferiores al 6.59% si bien hay casi hay un empate técnico en 1992:
El peor período en cuanto a rentabilidad viene a continuación y comprende los 13 años siguientes, 1996-2008, donde tan solo en 2003 estaremos por encima de la media. En estos ejercicios se concentran las peores rentabilidades del período completo de 93 años:
El último grupo de años, necesariamente incompleto, abarca la década siguiente 2009-2018, y agrupa a las rentabilidades más elevadas de estos 93 años, si bien comprende el único año negativo de todos ellos y 2 más de underperformance:
¿Es posible extraer algunas conclusiones de todo lo anterior? Indudablemente sí. ¿Podrían ser útiles para predecir de manera general qué ocurrirá en el futuro con la rentabilidad del SP500 TR? Sin lugar a dudas la respuesta es afirmativa. ¿Se podría, por tanto, anticipar qué va a suceder en la bolsa en un plazo de tiempo relativamente corto y actuar en consecuencia? Rotundamente no.
O al menos nosotros no sabríamos cómo hacerlo.
03. LA REVERSIÓN A LA MEDIA O LA MEDIA DE LA REVERSIÓN: LECCIONES DE HISTORIA BURSÁTIL A LARGO PLAZO.
Hay varias lecciones que el inversor podría extraer de la exposición anterior y todas le serán útiles en el futuro:
Primera. El poder de la reversión a la media en un índice grande, amplio, líquido, con tendencia a la eficiencia a largo plazo y, además en el caso de EEUU, hegemónico tiende a estandarizar los rendimientos bursátiles en términos reales en una franja que por su parte baja pasa del 6% compuesto anual pero que por su parte alta no supera el 7%. Ese es el baremo de rentabilidad “real” que podemos esperar del mercado de valores norteamericano: un 6%-7% compuesto anual.
Segunda. Las rentabilidades bursátiles se reparten de manera asimétrica agrupándose en períodos de años durante los cuales todos o casi todos los ejercicios ofrecen rentabilidades compuestas anuales o bien por debajo o bien por encima de la media. Las diferencias con esta media son pequeñas cuanto más nos alejamos en el tiempo y grandes cuanto más nos acercamos (véanse los años 2009-2018).
Tercera. Los períodos por encima o por debajo de esa media son largos o muy largos y, por lo general, duran con creces más de una década. Por tal motivo, el inversor pasivo debe tener en cuenta que el objetivo de obtener una rentabilidad estandarizada cercana a la media histórica del mercado puede demorarse más de lo esperado o, por el contrario, anticiparse felizmente en el tiempo. En ambos casos deberá estar preparado psicológicamente para reaccionar con prudencia. Se recomienda el uso del promedio del coste monetario y poseer un horizonte de inversión a largo o muy largo plazo, que se prolongue durante más de dos décadas, adscribiendo sus planes de inversión a objetivos que tengan sentido en tales plazos.
Cuarto. A medida que acercamos el cómputo de las rentabilidades compuestas anuales en el tiempo la diferencia entre los períodos de “underperformance” y los de “overperformance” se disparan. Por ejemplo, los años 1931-1954 muestran rentabilidades por encima de la media mientras que los ejercicios 1955-1974 lo hacen por debajo. Pero la diferencia entre ambos grupos no es tan grande como la que existe entre los períodos 1996-2008, por debajo de la media, y 2009-2018, por encima. La proximidad temporal acentúa las diferencias de rentabilidad porque el fenómeno de la reversión a la media de la rentabilidad bursátil sólo funciona a largo o muy largo plazo, probablemente en plazos mínimos de 30 años.
Quinto. El último grupo de años del cómputo, 2009-2018, agrupa a los 5 ejercicios con mayor rentabilidad compuesta anual real de los 93 estudiados, 2009-2013. Semejante desviación en la media de rentabilidad sugiere que la década 2009-2018 aún “no sido revertido a la media.”
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Por tanto, lo que sabemos del pasado no necesariamente tiene por qué servir para predecir el futuro si bien es indudable su utilidad. No obstante, todos los datos anteriores no valen para decir si mañana nos conviene salir o entrar en el mercado o ponernos cortos. Las rentabilidades obtenidas entre 2009-2018 sugieren que son demasiado elevadas para lo que debemos esperar del mercado de valores en general. Pero eso no significa que este año o el siguiente vayan a ser bajistas. Como ya hemos visto, los períodos por encima pero también por debajo de la media se prolongan a lo largo de muchos años.
Lo único que es seguro señalar es que a un período por encima o por debajo de tal media le sigue otro en dirección opuesta. Pero no hay manera alguna de estimar cuánto va a durar. Ni cuándo empieza ni cuándo termina. Se podría decir que los malos tiempos duran menos que los buenos. Es una feliz noticia. Pero nadie puede afirmar sin riesgo cierto a equivocarse de manera catastrófica cuándo los malos tiempos sucederán a los buenos de la década 2009-2018. Quizá ya han comenzado y no nos hemos enterado pues 2019 todavía no ha terminado y bien puede aún finalizar en rojo.
Se puede afirmar, entonces, que en el futuro es altamente probable que las rentabilidades del quinquenio 2009-2013 “serán revertidas a la media” sin piedad. Pero tal predicción es de tipo general y no equivale más que a decir que tras una serie de años muy buenos el inversor no debería esperar retornos semejantes en el futuro. Eso no equivale a obtener pérdidas. Ni siquiera en el peor año de la serie estudiada de 93 (salvo 2018), que es el año 2000, se obtienen pérdidas. Lo que significa es que, probablemente pero no seguro, el inversor no puede esperar retornos futuros tan elevados como los ofrecidos por 2009-2013 y que, además, debe aguardar rentabilidades sensiblemente más bajas y, en todo caso, por debajo de la media histórica que aquí hemos expuesto.
O “eso” o la reversión de la media ya no funciona a nivel bursátil. Lo más probable será “eso.” Lo contrario significaría afirmar que “esta vez es diferente.” La historia señala que “también esta vez es igual.”