LA QUE SE AVECINA CON EL S&P500 EN UN EJEMPLO
LA QUE SE AVECINA CON EL S&P500 EN UN EJEMPLO
Los últimos 22 años bursátiles son de lo más ilustrativo a la hora de extraer conclusiones basadas en la experiencia histórica que nos ayuden a prepararnos para el siempre incierto futuro. Otra cosa es que nos guste escucharlas o hablar de ellas o tan siquiera pensar en las mismas. Pero hay que hacerlo. Conviene hacerlo. Es útil hacerlo.
Así, un dólar invertido a principios del año 2000 hubiera obtenido una rentabilidad compuesta anual del 7.41% en términos nominales, muy alejada de lo que ha conseguido el inversor indexado post burbuja sub prime. Eso en dólares y para el inversor USA, claro.
Si nos fijamos bien en el cuadro de arriba observaremos que para el inversor indexado de Estados Unidos el período ha sido de todo menos sencillo. Por ejemplo, tanto el inversor del año 2000 como el del 2001 hubieron de esperar nada más y nada menos que 11 y 10 años respectivamente para recuperar su dinero. En el cuadro de abajo puede observarse el tiempo transcurrido para recuperar el dinero según el año de inversión. Sólo el inversor de comienzos de 2003 podría haber hablado alegremente de las bondades del largo plazo.
Claro que, si nos ceñimos a los resultados reales, las cosas, evidentemente, empeoran. En términos reales un dólar invertido a principios del año 2000 habría obtenido una rentabilidad compuesta anual del 4.95%, remarcable pero lejos de la tan cacareada del 6%-7% que todo el mundo alega como la “histórica” de la bolsa norteamericana y a la que debemos aspirar todos.
Si ahora nos preguntamos cuánto tiempo habría tenido que esperar el inversor para recuperar su aportación nos podemos llevar un susto. El indexado del año 2000 tuvo que esperar 14 años y el del 2001 aguardó 13. Durante los 9 años que van del 2000 al 2008 la bolsa realmente sólo proporcionó disgustos. En el cuadro de abajo puede verse el tiempo necesario para recuperar lo invertido tras cada año.
Al inversor en euros que hubiera tenido la improbable oportunidad de invertir en el Vanguard 500 expresado en la divisa europea le habría ido peor. Su euro del año 2000 obtendrá una rentabilidad compuesta anual del 6.05% tras 22 años.
Además, sus plazos de espera para recuperar lo invertido hubieran sido incluso peores que los del Vanguard en dólares salvo para el inversor de principios del 2008. El cuadro de abajo muestra estos plazos de espera y cómo no se obtuvo realmente nada en el período 2000-2008. En la mejor bolsa del mundo, además.
Si ahora nos vamos a los términos reales de esta inversión desde el punto de vista del inversor español, lo malo es susceptible de empeorar todavía más. En términos reales la rentabilidad compuesta anual del euro del año 2000 asciende a un 3.77%, todavía muy alejada del sambenito del 6%-7% que todos esperan por arte de magia.
Si acudimos a los plazos que hubiera necesitado este hipotético inversor en el SP500 en euros el susto es monumental. El indexado del período 2000-2002 habría sobrepasado con creces la década. La inflación lo empeora siempre todo, empezando por la rentabilidad bursátil.
Lo que este significativo período de tiempo nos enseña, los 22 años que median entre el 2000-2021, no es otra cosa que las ventajas e inconvenientes a los que habrá de enfrentarse el inversor indexado. La ventaja es que el tiempo y la paciencia curan muchos males y no hay nada más que hacer que esperar a que escampe. Los inconvenientes radican también en este mismo punto. Que sin paciencia no hay recompensa. Y eso implica cierto grado de compromiso.
El período es muy ilustrativo porque cubre muchos años realmente malos de bolsa combinados con otros tremendamente buenos. Es un ejemplo del cielo y del infierno y una lección imperecedera de lo que se puede y no se puede esperar del futuro bursátil indexado. Como la indexación depende única y exclusivamente de que todo el mercado suba y como es poco probable (pero no imposible para el inversor audaz) que el indexado practique el market timing, quien invierta en bolsa de manera indexada habrá de estar psicológica y financieramente preparado para asumir que en el mejor de los casos puede perder 5 años de su tiempo debido a las periódicas debacles bursátiles. Y en el peor puede perder más de 10 y hasta de 15 años.
De ahí que es importante ser consciente de estos avatares de la fortuna y tener claro que la indexación puede parecerse mucho a un matrimonio que no conviene romper anticipadamente so pena de asumir pérdidas irrecuperables. En este sentido, la gestión pasiva se parece más a un matrimonio tradicional y aburrido, pensado para durar siempre porque de romperlo uno se quedaría solo o tendría que buscar relaciones menos convencionales para seguir disfrutando de la vida, con sus ventajas e inconvenientes y con su respectivo gasto de tiempo y energía.
El presente ejercicio de 2022 no augura nada bueno tras casi 13 años de subidas ininterrumpidas de los mercados desde marzo de 2009. Pero la memoria flojea cuando la prosperidad se prolonga y nos invita a olvidarnos de los malos tiempos y todas las precauciones que debemos tomar al respecto. El inversor indexado español compró el mundo ayer (en realidad ha comprado USA), pero habla del asunto como si hubiera sobrevivido a la burbuja de los tulipanes. Está por ver todavía que se haya aprendido su propio catecismo y que sepa actuar en consecuencia tal y como repite incansable sus mantras en RRSS menospreciando a cualquier otra alternativa de inversión.
Que sirvan los 22 años de Vanguard en dólares y euros de 2000-2021 como enseñanza para quien quiera aprovecharla. Ya saben, el tiempo dirá.
@mellizonomics & @quietinvestment