LA MANERA MÁS SENCILLA DE SELECCIONAR ACCIONES GANGA (II)

by in Cultura Financiera, Finanzas, Principios de Inversión 24/02/2021

LA MANERA MÁS SENCILLA DE SELECCIONAR ACCIONES GANGA (II)

Continuamos hoy con la entrevista concedida poco antes de morir, en 1976, por Benjamin Graham al Medical Economics Magazine titulada “La manera más sencilla de seleccionar acciones ganga (The Simplest Way to Select Bargain Stocks).” Nos ceñimos exclusivamente al texto original, para exponer en qué consiste este procedimiento de inversión tal y como lo diseño Graham y con sus propias palabras. En la primera parte de esta serie habíamos visto el primer filtro, relativo al PER. Hoy continuamos con el segundo. 

III. SEGUNDO FILTRO. RATIO EQUITY TO ASSETS

Aunque Graham creía que un grupo de acciones seleccionado únicamente en base al único criterio del PER debería proporcionar por sí solo la base para una cartera bastante buena, añadía un criterio adicional para hacer su método aún mejor: que se tratara de empresas con una posición financiera satisfactoria.

Para determinar esto último se podrían aplicar varios test, pero Graham era partidario de usar esta simple regla: una empresa debe poseer al menos el doble de lo que debe. Una forma fácil de comprobarlo es observar la relación entre el patrimonio neto y los activos totales (ratio equity to total assets); si la proporción era de al menos el 50 por ciento, la situación financiera de la empresa podía considerarse sólida.

Por ejemplo, si una empresa tenía un patrimonio neto de 30 millones de dólares y un activo total de 50 millones de dólares, la ratio equity to total assets era del 60%. Dado que eso era más del 50%, la empresa pasaría el segundo filtro.

  1. POLÍTICA DE CARTERA

Una vez pasado por el proceso de selección, habiéndose decidido por unos candidatos de compra, la cartera debería estructurarse para obtener estadísticamente las mejores probabilidades. Graham opinaba que cuantas más acciones se tuvieran, mejor, señalando que una cartera de 30 acciones probablemente sería un mínimo ideal.

A continuación, había que establecer un objetivo de rentabilidad, que Graham estimaba del 50 % para dar buenos resultados. Debía aspirarse a obtener un beneficio del 50% en cada acción que se comprara. Si una vez comprada, alcanzaba ese objetivo había que venderla.

Si no lo alcanzaba Graham también tenía una regla. Pensaba que debía establecerse un límite en su período de espera por adelantado. Sus estudios mostraban que dos o tres años de espera funcionaban mejor. No obstante, su recomendación era la siguiente: si una acción no ha cumplido con su objetivo de rentabilidad del 50% al final del segundo año desde el momento de la compra, debe venderse independientemente del precio.

Posteriormente, el dinero obtenido con la venta de una acción se reinvierte en otras que se ajusten a los requisitos anteriores, aunque con cierta flexibilidad, la dictada por las condiciones del mercado. En épocas de caídas bursátiles, cuando se encuentran muchas buenas empresas cuyas acciones se venden a PER bajo, se debía aprovechar la situación y poner hasta el 75 por ciento de los recursos en acciones ordinarias. Por el contrario, en períodos en los que el mercado en su conjunto tiene un precio excesivo, habría problemas para encontrar acciones en las que reinvertir que cumplan con los criterios anteriores. En tales períodos, no se debe tener más del 25% de los recursos en acciones y el resto en instrumentos de renta fija de alta calidad crediticia.

  1. RESULTADOS

Usando esta estrategia, se podía esperar a largo plazo una rentabilidad media del 15% anual o mejor sobre la inversión total, más dividendos y menos comisiones. Sobre todo, los dividendos deberían ascender a más que las comisiones. Graham apuntaba a que, obviamente, no se obtendría una ganancia del 50% en cada acción que se comprara. Si el límite del período de tenencia de una acción expiraba, había que venderla con una ganancia menor o incluso asumir una pérdida.

Esa es la rentabilidad que se habría obtenido durante 50 años según sus estudios. Además, indicaba, los resultados habían sido muy consistentes durante períodos sucesivos de hasta cinco años. Graham no creía que un período más corto le diera a esta estrategia una oportunidad justa de demostrar su valía. Por tanto, al aplicarla, cada inversor debería estar preparado financiera y psicológicamente para la posibilidad de resultados deficientes a corto plazo.

Con los índices y muchas acciones en máximos cabía preguntarse si existe el peligro de que se produzca el tipo de caída que suele seguir a los mercados sobrevalorados. En este punto Graham no tenía una confianza particularmente alta en sus poderes (ni en los de nadie más) para predecir lo que sucedería con el mercado, pero sí afirmaba que, si el nivel de precios era peligrosamente alto, era probable que ocurriera una corrección seria. En sus propios test, hubo varios períodos de sobrevaloración y la cantidad de acciones disponibles a precios atractivos fue muy pequeña; eso resultó ser una advertencia de que el mercado en su conjunto estaba demasiado alto.

La clave para que este enfoque funcionara radicaba en que el inversor necesitaba paciencia para aplicar esos criterios sencillos de forma coherente durante un período suficientemente largo para que las probabilidades estadísticas operaran a su favor.

***

Hasta aquí, hemos expuesto lo que se conoce como “Benjamin Graham’s simple way investment strategy” con sus propias palabras. Falta saber si esta estrategia sigue funcionando y si es posible adaptarla a un entorno más limitado y conocido, como el mercado continuo español. Algo que iremos viendo, junto con más cosas, en próximas entregas.

@mellizonomics & @quietinvestment

 

 

 

 

 

 

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