¿DEBEMOS TENER EN CUENTA LA INFLACIÓN A LA HORA DE VALORAR NUESTROS RESULTADOS BURSÁTILES?

by in Cultura Financiera, Finanzas, Principios de Inversión 12/01/2022

¿DEBEMOS TENER EN CUENTA LA INFLACIÓN A LA HORA DE VALORAR NUESTROS RESULTADOS BURSÁTILES?

La tan temida inflación vuelve a estar de moda tras ocho años desaparecida no se sabe bien dónde. El término más empleado en estos momentos, lo que está más “in”, son las discusiones y divagaciones acerca de la “transitorialidad” o “intransitorialidad” de este molesto fenómeno. Lo cierto es que en la experiencia española la inflación no ha tenido jamás nada de transitoria. Más bien lo contrario: la inflación ha constituido un fenómeno permanente y oneroso sobre el poder adquisitivo de los españoles cuya influencia ha sido enorme en ámbitos tales como la decisión de adquirir en régimen de propiedad una vivienda o no. La acusada “ladrillofilia” española encuentra sus raíces en el deterioro constante de la divisa nacional y en la contraproducente legislación sobre arrendamientos urbanos heredada del franquismo.

A la pregunta que da título a este post, por tanto, suele responderse de manera taxativa con un rotundo SÍ: efectivamente, a la hora de valorar nuestros resultados bursátiles debemos tener en cuenta la inflación. Sin embargo, resulta relativamente sencillo determinar la rentabilidad en términos nominales obtenida por un inversor o un fondo de inversión, pero no lo es tanto traducir esos resultados a términos reales, salvo que lo hagamos generalizando los datos.

En primer lugar, cabría desconfiar de los índices habituales para expresar el coste de la vida, tales como el IPC o el IPCA. Cualquiera podría argumentar que no se cree sus resultados bien porque duda de la manera en la cual han sido obtenidos o bien porque los distintos componentes a partir de los cuales se determina el IPC o IPCA no tienen relación alguna con las particulares circunstancias del inversor. La inflación es un dato impopular para cualquier gobierno, pero los organismos que la publicitan son públicos. Muchos inversores dudan de la imparcialidad y neutralidad de las instituciones encargadas de medir el IPC pues estiman que su cadena jerárquica está contaminada, presumiendo que el gobierno tendrá tendencia a mostrar resultados de inflación menores de los reales.

En segundo lugar, aun dando por buenos los datos oficiales, el inversor puede alegar que eso no es más que una media de tipo nacional y que, por tanto, habrá de variar en función del lugar donde cada cual viva. Sólo en términos de costes de vivienda, tanto si hablamos de alquiler como de compra, este factor puede ser decisivo. Las diferencias económicas entre regiones dentro de un mismo estado y también las propias intra-regionales pueden ser enormes. Dentro de una misma ciudad no tiene por qué ser idéntica la inflación en un barrio que en otro. El dato de inflación no es más que una media nacional.

En tercer lugar, tanto el IPC como el IPCA valoran los precios de un determinado conjunto de bienes y servicios, la famosa “cesta familiar”, que se determina realizando una encuesta de presupuestos familiares que una cantidad determinada de consumidores adquiere habitualmente. Pero tal “cesta” no tiene por qué coincidir con la propia del inversor. De hecho, no coincide con la de ningún inversor en concreto. Si, por ejemplo, éste no tuviera costes de vivienda significativos, esta cesta familiar representativa podría alejarse años luz de los patrones habituales de gasto de este inversor.

Aunque seguro que al lector se le ocurren más razones para poner en entredicho el rotundo SÍ que de manera automática suele responder a la pregunta que encabeza este texto, sucede que la inflación que padece un país determinado no es la misma que sufre cada uno de sus habitantes, quizá para bien o quizá para mal. Por tanto, determinar qué inflación concreta afecta a un inversor concreto no es posible a no ser que se afine mucho. Sin embargo, asumimos que debemos expresar siempre nuestras rentabilidades en términos reales para no engañarnos a nosotros mismos y “no hacer trampas al solitario.” Pero lo cierto es que no sabemos en qué medida estamos haciéndonos trampas. Cuanto más elevada sea la inflación oficial con mayor motivo habremos de tenerla en cuenta, puede ser. No obstante, tal cosa no implica ni por asomo que seamos capaces de determinar de manera medible qué inflación en concreto nos afecta particularmente a nosotros.

Sin embargo, algo habrá que hacer. Veamos un ejemplo típico usando los resultados de un período de 15 años, los obtenidos por el ING Direct Fondo Naranja Standard & Poor´S 500 FI entre los años 2006-2020:

LA INFLACIÓN A LA HORA DE VALORAR RESULTADOS

Así, una cantidad de 10.000€ invertida a principios del año 2006 se transformará en 30.782€ al terminar 2020, obteniendo una tasa de rentabilidad compuesta anual del 7.78%. El inversor hará frente a 3 años bajistas: 2007, 2008 y 2018. Sólo el 20% de los años terminarán en rojo.

La inflación, sin embargo, puede modificar estos resultados de la siguiente manera:

LA INFLACIÓN A LA HORA DE VALORAR RESULTADOS

En primer lugar, porque ahora en lugar de tres años bajistas tendremos 4, el 26% de los años. Los resultados buenos son un poco menos buenos y los malos un poco más malos. En segundo lugar, porque los 10.000€ invertido a principios de 2006 se transformarán en este supuesto en 24.984€. La inflación de todo el período, de media un moderado 1.38%, se traga 5.798€ y la rentabilidad compuesta anual se reduce a un 6.29%, en la línea de la rentabilidad histórica del SP500 Total Return en términos reales del 6%-7%. Véase en el cuadro de abajo esta evolución:

LA INFLACIÓN A LA HORA DE VALORAR RESULTADOS

La inflación media del período anterior no parece demasiado elevada, un 1.38%. Pero sí es muy asimétrica. Entre 2006-2012 ésta ascendió a un 2.51%, mientras que entre 2013-2020 lo fue de apenas un 0.40%. Esto puede sugerir al inversor que mientras tenga constancia de que existe una inflación relevante, la de 2006-2012, mejor suponer que ésta le afecta por completo, aunque en la vida real no sea así, bien porque le afecta más o bien porque le afecta menos que lo señalado por las cifras oficiales.

Entre 2013-2020 la inflación es prácticamente irrelevante y cabe plantearse también si el inversor debería o no tenerla en cuenta. Quizá para él no haya sido irrelevante por motivos concretos no aplicables a la media de consumidores españoles. O quizá incluso haya sido más benévola. De nuevo no lo sabe. No puede saberlo. O es muy complicado que lo sepa.

Esta incapacidad para conocer y sobre todo cuantificar el monto de la inflación que en concreto afecta a un inversor puede sugerir la idea de olvidarse de aquélla y dar por buenos los resultados nominales, que son plenamente cuantificables y medibles. O bien todo lo contario y asumir la incertidumbre de manera cuantitativa aplicando la corrección oficial “por si acaso.” Se trata de un “más vale prevenir” … preventivo.

De lo que puede estar bien seguro el inversor es de su casi incapacidad para determinar de manera exacta y cuantificable la inflación que personalmente le afecta. Cuando un inversor expresa sus resultados en términos reales lo que está haciendo no es otra cosa que tomar una distancia prudencial con respecto a una variable macroeconómica nacional que bien puede afectarle más o menos en relación a una media abstracta que no representa las circunstancias de nadie en particular.

La decisión que finalmente adopte un inversor en relación a este asunto se encuadrará en el género de la tragicomedia financiera: si usa sólo sus datos de rentabilidad nominales no reflejará en realidad su verdadera rentabilidad porque no habrá tenido en cuenta la inflación. Pero si tamiza esos datos en función de la inflación oficial tampoco reflejará en realidad su verdadera rentabilidad porque lo que habrá hecho es usar un dato que no es el suyo personal sino la media agregada de otros muchos.

Nominal o real, la única verdad aquí es que cuando cualquier inversor habla de sus datos de rentabilidad probablemente miente, no maliciosamente, sino porque en este caso es prácticamente imposible decir la verdad.

@mellizonomics & @quietinvestment

 

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3 Comments
  1. Muchas gracias por vuestro excelente post, como siempre. Un abrazo

  2. Igualmente Feliz Año

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