La hora de los snipers (3)
Tras la avalancha de fondos hacia instrumentos indexados (supuestamente de bajo coste) son muchos quienes auguran la muerte de la gestión activa tras cruel escarmiento público de los gestores-snipers. No creemos que tamaña profecía vaya a cumplirse. La naturaleza humana no lo permitirá. Primero porque responde bien al miedo, representado en el mercado por la volatilidad. Hay por tanto demanda de vehículos de inversión que fluctúen lo menos posible (al margen de su rentabilidad) y en consecuencia existirá oferta que cubra esa necesidad. Segundo porque también responde a la avaricia, representada por la aspiración del inversor a rentabilidades más elevadas que las ofrecidas por el mercado. Esta otra demanda precisa de la consecuente oferta activa y en este punto no hay alternativa. Tercero porque el inversor es impaciente y a ser posible lo quiere todo ahora y no mañana. Cuando la gestión pasiva sólo garantiza buenos resultados a largo plazo no es de extrañar que deban existir opciones de gestión activa que cubran este hueco presuroso.
Como comentábamos recientemente existía, además, una razón coyuntural pues actualmente parecemos estar inmersos en uno de los cuatro momentos desde 1970 en los cuales los índices han batido con más rotundidad a la gestión pasiva. La masiva huída de fondos hacia aquélla sumado a este “momentum” apuntaban pues a una suerte de burbuja pasiva que de alguna u otra manera habría de pinchar. Si el mercado asume que una tendencia es permanente, en este caso la abrumadora derrota de la gestión activa a manos de la activa, lo más probable es que deje de serlo.
No obstante, lo anterior no significa ni por asomo la defunción de la gestión pasiva y un nuevo amanecer, a modo de revancha, de la activa. Cuando la rentabilidad superior de una tendencia es conocida paulatinamente por muchos operadores ésta tiende a disminuir a medida que más y más inversores la asumen. El argumento a favor de la inversión activa en este momento no carece de fundamento, es verdad. Pero lo mismo se le puede aplicar a ésta cuando la tendencia revierta en sentido contrario. Hasta cierto punto es inevitable que esto suceda finalmente a favor de la gestión pasiva porque es increíblemente difícil batir al mercado de manera consistente a largo plazo. El reto de la gestión activa no es pues derrotar a la pasiva sino realmente mejorar de manera relativa su performance respecto a ésta, algo muy plausible actualmente.
Ya hemos mencionado alguna vez que en el fondo no existe ningún conflicto entre gestión activa y gestión pasiva. El inversor puede invertir de ambas maneras según sus personales circunstancias, medios y tiempo. No es probable que la gestión pasiva deje de ser eficiente y rentable. Lo que es altamente probable es que el inversor no se comporte adecuadamente con respecto a ella. Invertir en productos indexados ha resultado ser una estrategia de inversión respaldada por argumentos muy sólidos y es altamente probable que siga siéndolo.
Por tanto, ¿qué hacer ahora como inversor pasivo?