La hora de los snipers (2ª parte)
Como vimos hace poco, no es descabellado pensar que la gestión activa disponga de mejores oportunidades en el futuro próximo y logre mejorar de manera relativa sus resultados en comparación con la gestión pasiva. Había varias razones que justificaban esta postura:
- La búsqueda de mayores rentabilidades que la media que ofrece el mercado en general.
- La poca tolerancia a la volatilidad de muchos inversores, a la que asocian con riesgo.
- La perspectiva de inversión a menores plazos que los requeridos por la gestión pasiva para mostrar su superioridad.
Existe, además, otro motivo de mucho peso. Este no es otro que la popularización de la gestión pasiva entre la masa inversora, atraída por la muy buena performance de la indexación a largo plazo y “detraída” a su vez por los pobres resultados de la gestión activa.
Ofrece Morningstar al respecto interesantes datos. Por ejemplo, la consagración de Vanguard, cuyo estandarte es la indexación, como la gestora con más activos bajo gestión:
O el continuo incremento del peso de la inversión indexada en acciones sobre el total, proceso en el cual Asia y Estados Unidos aventajan con creces a Europa:
Por último, parece que actualmente nos encontramos en uno de los cuatro momentos desde 1970 en los cuales los índices más han batido a los gestores activos. Tal fenómeno se ha popularizado últimamente a través de este gráfico:
Las lecciones históricas que se están extrayendo de esta situación pasan por señalar la próxima caída relevante de los índices porque los datos indican que estas situaciones no se prolongan demasiado en el tiempo. La conjunción, pues, de la masificación de los instrumentos de gestión pasiva con el hecho de encontrarnos ahora en uno de los momentos donde los índices más han batido a la gestión activa apuntarían a la generación de nuevas oportunidades para el sniper simplemente porque esto ya ha pasado antes y porque, además, la masiva huída de fondos hacia la indexación a expensas de las alternativas de gestión pasiva señalarían la presencia de una “burbuja pasiva” cuyo destino final e ineludible es el pinchazo.
Qué duda cabe que todo lo anterior tiene muchos visos de ser cierto. Pero no es menos verdad que habría que realizar algunas puntualizaciones relevantes porque la indexación ni está muerta ni va a morir. Ni de popularidad ni de impopularidad.