La hora de los snipers (1ª parte)
Un francotirador es un soldado ducho en las artes del camuflaje y extremadamente hábil como tirador. Dispara con un arma especial a grandes distancias contra objetivos seleccionados. Después se esfuma mientras todo el mundo se pregunta qué ha pasado (y de dónde ha pasado). También se le conoce como “sniper”, término que está muy “in” a pesar de describir a los cazadores escoceses e ingleses de “snipes” (agachadizas), aves cuyas dotes de evasión requerían de tiradores a su vez virtuosos. En el mundo de las finanzas el gestor activo de fondos (y el inversor particular) es el francotirador o, si le parece más cool, el sniper.
La popularización de la gestión pasiva en los últimos años ha colocado a los “snipers” en una posición que muchos podrían pensar que es desventajosa debido al masivo trasvase de fondos hacia instrumentos de tipo indexado. No sorprende esta dinámica puesto que la abundante estadística y literatura sobre el tema ha puesto de manifiesto que sólo un porcentaje ínfimo de gestores logra batir a su índice de referencia. Llegados a este punto ¿por qué pagar más, entonces, en comisiones cuando existen alternativas de bajo coste como ETFs o fondos-índice que a largo plazo obtienen mejores resultados?
La verdad es que sí existen varias razones por las cuales recurrir a la gestión activa (y sin que ello signifique no utilizar la indexación, bien de manera subsidiaria o complementaria de aquélla). La primera de ellas bien podría ser la siguiente: que a través de la inversión en fondos índice podemos aspirar como máximo a un 6%-7% compuesto anual deflacionado. Si queremos más no hay otra alternativa que la selección de activos realizada por gestores competentes. Dicho de otra manera: no es posible lograr un resultado mejor que el de la mayoría de inversores a no ser que se hagan cosas diferentes a tal mayoría.
Otra razón de peso es que no todos los inversores están dispuestos a soportar la volatilidad que determinadas estrategias de gestión conllevan. Psicológicamente la volatilidad se asocia a pérdida y no todo el mundo es apto para lidiar con tales inquietudes. La industria financiera responde a esa demanda por mucho que opinemos que de manera contrastada la inversión en acciones y otros activos reales es más rentable (y puede incluso que menos volátil) que el resto de alternativas. Muchas personas no entienden el concepto de “acción” o bien lo ignoran pero todos se sienten mejor perdiendo dinero en algo que dicen entender que perdiéndolo en algo que no comprenden.
Un tercer motivo que juega a favor de la gestión activa es el plazo. Cuanto mayor sea éste más elevadas son las probabilidades que una estrategia sencilla de buy&hold que opte por comprar todo el mercado termine batiendo a su competidor activo. No obstante, a plazos más reducidos eso no tiene por qué ser así aunque las cifras a favor de la gestión pasiva a plazos menores de 10 años también han sido favorables a ésta. No obstante, hay inversores cuyo plazo de inversión no tiene por qué ser necesariamente el “largo plazo” sino períodos de tiempo más inmediatos, como un trienio o un lustro. En tal supuesto, el porcentaje de éxito de la gestión activa es mejor que en períodos más largos de tiempo y alguien debe atender a las necesidades de todos aquellos inversores que reclaman su dinero antes de una década.
Así pues, parece que no necesariamente los snipers deberían irse al paro. De hecho, es probable que tengan ahora más trabajo que nunca. A eso dedicaremos la segunda parte de este post.
¿Se le ocurre algún motivo más al lector señalando que “la hora de los snipers” ha llegado (de nuevo)?