LA AUTOPROFECÍA CUMPLIDA DEL ORÁCULO DE OMAHA
LA AUTOPROFECÍA CUMPLIDA DEL ORÁCULO DE OMAHA
Desde 1965 hasta 2020 median nada más ni nada menos que 56 largos años. Durante ese período de tiempo el SP500 TR ha ofrecido una rentabilidad compuesta anual en términos nominales de poco más del 10%, alrededor de un 6% y poco en términos reales. Más o menos sobre su media histórica. Por su parte, el conglomerado dirigido por el binomio Buffett-Munger, Berkshire Hathaway, ha logrado una rentabilidad compuesta anual en términos nominales de poco más del 20%, equivalente a casi un 16% en términos reales. Se trata, sin lugar a dudas, de toda una proeza por la cual Warren Buffett es considerado por muchos como el mejor inversor del mundo. No es fácil obtener rentabilidades como las del Oráculo de Omaha durante tanto tiempo y de manera tan continuada y consistente. También es verdad que hay que rascar mucho para encontrar performances profesionales de más de 30-40 años. A la gente le gusta disfrutar de su dinero y del retiro. Esto último, el retiro, no es un término que entre en el vocabulario de Buffett y Munger, dos auténticos adictos a su trabajo (o hobby). De ahí que sea recomendable mantener cierta prudencia a la hora de realizar comparaciones con Buffett (y por innumerables motivos).
Las aportaciones de Buffett y Munger al ámbito de la inversión en valor y de la buena práctica corporativa han sido muy valiosas e inspiradoras para muchos inversores. A quien esté interesado en “subir la escalera de Warren Buffett” puede que le interesen esta serie de post donde describimos su procedimiento de inversión, en apariencia sencillo, pero más complicado de lo que parece. Quizá por ello hemos hecho hincapié en algunas ocasiones acerca de lo que creemos que puede resultar una trampa para el pequeño inversor: la derivada de creer que lo que hace Buffett y cómo lo hace es la única manera de obtener beneficios en bolsa. De hecho, ni siquiera existe un solo Buffett. Es más, el Buffett menos conocido, el de los años 50 y 60, previos a BRK, ha sido el más rentable. Pero eso no lo saben (o prefieren ignorarlo) muchos inversores, prototipos de lo que podemos denominar “pequeños Buffetts.” No importa lo peligroso que pueda resultar tratar de imitar al celebérrimo Oráculo de Omaha en su “juego bonito”, a pesar de que él mismo haya afirmado muchas veces que sus mejores partidos no los jugó precisamente del lado de las empresas maravillosas para toda la vida, sino más bien lo contrario.
El caso es que ya hace tiempo que el propio Buffett ha advertido acerca las complicaciones derivadas de la elefantiasis de los activos de BRK en el sentido de constituir una rémora para la rentabilidad. Este problema no es privativo de la escuela del value investing. Sin ir más lejos, Jim Simons y su portentoso Medallion no pudieron capitalizar sus extraordinarias rentabilidades so pena de volverse menos rentables. Edward Thorp, otro de los grandes inversores de la historia y en las antípodas del estilo de Buffett, advirtió en su momento acerca de los problemas que BRK tendría para mantener el ritmo de la rentabilidad a medida que sus activos se agrandaran.
Tampoco es un secreto que el propio Buffett ha realizado declaraciones en favor de la simple indexación como la manera más eficiente y eficaz de obtener buenos resultados:
“Al invertir periódicamente en un fondo indexado, el inversor que no sabe nada puede superar perfectamente a la mayoría de los profesionales de las inversiones. Paradójicamente, cuando el dinero “tonto” admite sus limitaciones, deja de ser tonto… Esos fondos indexados de muy bajo coste… favorecen al inversor por definición y son la mejor selección para la mayoría de los que desean invertir en acciones.”
Se entiende que no se refiere ni a él ni a Munger cuando habla de “dinero tonto” o del “inversor que no sabe nada.” O cuando alude a “la mayoría de los inversores”:
“La mayoría de los inversores, tanto institucionales como individuales, encontrarán que la mejor manera de invertir en acciones comunes es a través de un fondo indexado que cargue honorarios mínimos. Los que siguen este camino es seguro que batirán los resultados netos (después de honorarios y gastos) entregados por la gran mayoría de los profesionales de la inversión.”
Cabe preguntarse si Buffett ha perdido su magia o si más bien la magia no es posible cuando se alcanza determinado tamaño. O si el “truco” precisa de debacles bursátiles periódicas (y selectivas). Pongamos, por ejemplo, que retrocedemos hasta marzo del año 2000, momento en el cual la burbuja “punto com” llegó a su pico. Desde entonces, el Vanguard 500 y BRK han hecho lo siguiente:
Como se puede observar BRK ha ido mucho mejor. Pero menos de tres años después, en octubre de 2002 se terminó la debacle bursátil (al menos la de las grandes empresas protagonistas de la fiebre tecnológica y de telecomunicaciones) y empezó otro ciclo alcista. La comparación hasta nuestros días entonces queda de la siguiente manera:
Nos encontramos ahora con una performance no demasiado alejada de la indexación más veterana del mercado representada por el Vanguard 500 de John C. Bogle. Y estamos hablando ya de 18 años. A su vez, en octubre de 2007 el SP500 tocó techo antes de despeñarse al vacío:
Pero en esta ocasión tampoco en este período de 14 años BRK logrará mucho más que su benchmark de referencia. El desplome del 2008 y del 2000-2002 son fenómenos diferentes, es verdad. Pero la “marca Buffett” no “marcará” ya la diferencia. De hecho, si nos ceñimos ya al inicio del último período alcista de mercado en marzo de 2009, finalmente observaremos que en los últimos 12 años el mercado, el dinero tonto si uno lo prefiere, ha sido más inteligente que el dinero “listo” de Buffett:
¿Se ha cumplido la propia profecía de Buffett respecto a la combinación del factor tiempo-tamaño en el sentido de igualar las performances del SP500 y de BRK? Es posible. Sea como fuere es un hecho que Buffett empata más o menos con el mercado desde el fin del penúltimo crac bursátil, desde octubre de 2002. Y es también un hecho que pierde en relación al mercado (como tantos otros) desde marzo de 2009, final del último crac relevante. Unos 18 años de empate y unos 12 de underperformance grosso modo. No es poco tiempo.
Al contrario que a Graham y otros inversores de todo tipo, centrados en la obtención de buenas rentabilidades, a Buffett siempre le interesó la acumulación de capital. Cuando “fumaba colillas” tenía rentabilidad, pero no era posible la acumulación de capital. El tipo de acciones que compraba no lo permitía. Cuando optó por la calidad esto sí fue factible. Sin embargo, el fruto de la acumulación de capital ha sido el retraimiento no de la rentabilidad, sino de la “ventaja”, de la alfa que Buffett tenía respecto al mercado cuando BRK era más pequeña. Cabe preguntarse si será posible recuperarla o si el objetivo ya no es ese sino la mera preservación del capital. El problema para muchos inversores, sobre todo españoles, es que han aprendido todo lo que saben de inversión a través del ejemplo de Buffett y, como mucho, de aquí a 20-15 años atrás. Es decir, precisamente los peores años relativos de Buffett en relación al mercado.
No creemos que ni Buffett ni Munger prefieran el melting pot del SP500 a su selección de activos concentrada en BRK. Pero es indudable que 18 años de más o menos empatar y más de 12 años de claramente perder han de significar algo y tener alguna explicación que vaya más allá de la mera fórmula general que señala que los grandes inversores soportan periódicamente largos períodos de underperformance en relación a sus benchmarks. El fenómeno fan boy y todo el relato y la mística que gira alrededor de Buffett no contribuye en absoluto a clarificar este asunto ni a encararlo con objetividad. El diablo sabe más por viejo que por diablo y eso juega a favor de Buffett. Pero de la misma manera que otros grandes inversores, como B. Graham (auténtico padre espiritual de Buffett), cometieron graves errores de juicio a lo largo de sus carreras, no es descartable que Buffett también lo haga (o lo haya hecho). Que la adoración que se le profesa provoque que se reciba de manera acrítica todas sus opiniones, da igual el tema, no es una buena señal. O simplemente no es posible tenerlo todo, la rentabilidad y el tamaño. O el value investing “buffetiano” (y el no buffetiano) necesitan, como del oxígeno, mercados bajistas pronunciados (y no de cualquier tipo) para dar lo mejor de sí. No lo sabemos. El lector deberá acudir a Twitter, el foro de los grandes inversores. Ahí está toda la verdad.
El propio Oráculo de Omaha ha profetizado su destino. ¿Deconstrucción o auto cancelación? Ahí lo dejamos. Sin acritud ni fanatismos, por supuesto.
@mellizonomics & @quietinvestment
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