LA AGONÍA DE LOS ROBOADVISORS

by in Cultura Financiera, Finanzas, Opinión y Actualidad, Principios de Inversión 13/12/2020

LA AGONÍA DE LOS ROBOADVISORS

En noviembre de 2008 apareció el primer roboadvisor, cómo no, en Estados Unidos, Wealthfront. Tres meses después las bolsas mundiales, con el SP500 a la cabeza, harán suelo tras una terrible agonía fruto de la resaca de las hipotecas subprime y comenzará entonces un nuevo ciclo alcista que, por el momento, no ha terminado. Al contrario que John Bogle y su mítico Vanguard 500, parece que el primer roboadvisor tuvo un timing mejor.

En España, que no suele formar parte de la vanguardia y la innovación financiera, los roboadvisors llegarían de la mano de Feelcapital en 2014 y ya, posteriormente, de Indexa en 2015 y Finizens en 2016. Ahora, los robots proliferan como setas, bien por su cuenta, bien de la mano de algún banco, como es el caso de Myinvestor. En este blog de Rankia se puede contemplar una panorámica comparativa del actual paisaje robótico español, si bien hay multitud de ellas en la red.

El negocio de la indexación gira en torno a las comisiones bajas y, por tanto, sólo hay una manera de obtener beneficios: en base a gestionar un volumen lo suficientemente grande de activos. Teniendo en cuenta que hasta 2019, hasta donde nosotros sabemos (que no es mucho), ningún roboadvisor obtenía beneficios, cabe preguntarse (y las propias empresas de roboadvisors son, seguramente, las primeras en preguntárselo) cuáles de ellas seguirán vivas de aquí a cinco años.

Aunque la aparición de los roboadvisors españoles se ha producido en un momento bursátil favorable, lo cual puede ser simplemente fruto del azar más que del cálculo sofisticado, a nadie se le oculta que la competición es y será despiadada. Y en una doble dirección: contra la industria de los fondos de inversión dominada por la banca y, en mucha menor medida, por las gestoras independientes y, por otro lado, también entre ellos mismos. Es probable que no se hagan prisioneros. Quizá un tercer frente se encuentra en el apático y conservador ahorrador/inversor español, normalmente poco informado y, en muchas ocasiones, mal informado también. Esperemos que el lento incremento de la cultura financiera de los ciudadanos españoles se ponga del lado de los robots.

Quizá recuerden el doloroso comienzo del Vanguard 500 y sus muy malos resultados en términos reales para el inversor:

LA AGONÍA DE LOS ROBOADVISORS

Fue una suerte para Bogle que en su época no existieran las RRSS porque le habrían despellejado vivo. Los mismos matarifes, formando parte de idéntica turba, le ensalzarían ahora sin pudor, pues resulta gratificante recordar cómo el Vanguard 500, el paradigma de instrumento indexado eficiente y eficaz, puede proporcionar resultados difícilmente alcanzables por la gestión activa, tal como se demostró entre 1982-1999:

LA AGONÍA DE LOS ROBOADVISORS

El péndulo en bolsa gira de manera inexorable desde la lapidación a los altares de la beatificación. Para los roboadvisors españoles, posiblemente aún deficitarios, el tiempo corre en contra pues el tobogán por el cual se han lanzado reposa sobre la popularidad (reciente) de la indexación y, correlativamente, sobre el viento de cola de los mercados. El desafío definitivo para el voluntarioso indexado español llegará tarde o temprano en medio de grandes dolores y será entonces, justo en ese momento, cuando se ponga a prueba la paciencia, constancia y disciplina del inversor y, mucho nos tememos, la viabilidad de los roboadvisors, pues es evidente que, tanto a las buenas como a las malas, muchos, sino la mayoría, perecerán.

Que la masa inversora constituye un ente de flaca memoria, con una alta propensión a proyectar hacia el futuro la tendencia pasada, apelando al largo plazo como solución a todos los males, nos lleva a examinar la tercera etapa de vida del Vanguard 500, pues representa el mejor recordatorio de lo que puede deparar el futuro al optimista y entusiasta “comprador del mundo” actual, que lleva, en el mejor de los casos, indexado desde hace un lustro.

Después de los increíbles 18 años alcistas comprendidos entre 1982-1999, llegará la resaca. Y será larga. Entre el año 2000 y 2008, el Vanguard 500 ofreció los siguientes resultados nominales:

LA AGONÍA DE LOS ROBOADVISORS

Pero la inflación media anual del período ascendió a un 2.89%, con lo cual en términos reales los resultados fueron los siguientes:

Un dólar invertido a principios del año 2000 había perdido, ¡9 años después!, un 46% de su valor. No sería hasta 2013, o sea, ¡14 años!, que ese dólar del nuevo milenio recuperaría su valor añadiendo ya algo de rentabilidad:

Este, y no otro, debería ser el panorama que contemple el inversor indexado español. No porque necesariamente vaya a suceder algo similar en el futuro próximo o lejano, sino porque la prudencia y el realismo exigen que contemplemos el futuro desde el punto de vista de la calamidad, desde la óptica de la protección. No hace mucho, vimos qué rápido las promesas de prosperidad sin fin se dilapidan, aún en forma de promesas de los prohombres más lúcidos. Y comprobamos también cómo la bolsa bien puede ser un vaso medio lleno como medio vacío. Ahora abundan los pantallazos de los clientes agradecidos con los roboadvisors, pues la rentabilidad pinta verde. Pero esa no es, ni por asomo, ni la naturaleza humana ni la naturaleza del propio mercado.

Ha sido una muy buena noticia para el desdichado ahorrador e inversor español la llegada de los roboadvisors y las múltiples opciones que le ofrecen. Pero no nos llamemos a engaño: la mayor parte de ellos perecerán porque no alcanzarán la cifra de activos bajo gestión necesaria para ser rentables y, también, porque existe la posibilidad de que muchos de sus clientes no aguanten la primera tormenta de cierta entidad que les afecte. Los primeros interesados en mantener a los inversores con los pies en el suelo son, precisamente, los roboadvisors. Cuando las cosas van bien, el mercado y Twitter parecen un after hours lleno de juerguistas puestos hasta arriba de coca: todos hablan entre sí sin parar y todos son colegas. Hasta que cierra el local y llega la resaca. Entonces, nadie se acuerda de nadie o finge no acordarse.

Por tanto, una vez más, porque siempre serán pocas las veces que lo repitamos, sugerimos el siguiente slogan, como lo primero que debería ver el inversor tan pronto entra en la web de cualquier roboadvisor:

“Siempre y cuando juzguemos al futuro a partir del pasado, el inversor no negará la posibilidad de una nueva subida espectacular del mercado, pero lo que para él importa es que no puede contar con ella.”

@mellizonomics & @quietinvestment

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