INVIERTE EN BOLSA 100 EUROS AL MES Y CONVIÉRTETE EN MILLONARIO

by in Cultura Financiera, Principios de Inversión 06/12/2020

INVIERTE EN BOLSA 100 EUROS AL MES Y CONVIÉRTETE EN MILLONARIO

No hay formas seguras y fáciles de alcanzar la riqueza en los mercados de valores, ni en ningún otro sitio. No estaría mal reforzar la afirmación que acabamos de hacer con un poco de historia financiera, sobre todo si se tiene en cuenta que se pueden extraer unas cuantas lecciones de dicha historia.

En el culminante año de 1929, John J. Raskob, una prominente figura tanto en Estados Unidos como en Wall Street, alabó las bondades del capitalismo en un artículo publicado en el Ladies’ Home Journal titulado Everybody Ought to be Rich (“Todo el mundo debería ser rico”). Su tesis era que con ahorrar únicamente 15 dólares al mes e invertirlos en buenas acciones ordinarias, reinvirtiendo los dividendos, se podría obtener un patrimonio de 80.000 dólares en veinte años, habiendo aportado únicamente 3.600 dólares. Si el magnate de General Motors hubiese tenido razón, habría sido ciertamente una forma muy fácil de llegar a ser rico. ¿Hasta qué punto acertó? Nuestro cálculo aproximado, que se basa en una inversión en los treinta valores que componen el Dow Jones Industrial Average (DJIA), indica que, si se hubiese seguido la prescripción de Raskob durante el período que va de 1929 a 1948, el patrimonio del inversor a principios de 1949 habría ascendido a unos 8.500 dólares. Es una cifra muy alejada de la promesa del prohombre de 80.000 dólares, e indica la poca confianza que se puede depositar en tales garantías y previsiones optimistas. Sin embargo, y como comentario marginal, debemos destacar que la rentabilidad realmente obtenida por esa operación a veinte años habría sido de más del 8% compuesto anual, y eso teniendo en cuenta que el inversor habría comenzado sus adquisiciones con el DJIA en un nivel de 300 y habría acabado con una valoración basada en el nivel de cierre a 1948 de 177. Esta marca podría considerarse un argumento convincente del principio de adquisiciones periódicas mensuales y de acciones ordinarias sólidas durante los buenos y los malos tiempos, un programa que se conoce como «promediar el coste en unidades monetarias».

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De esta manera, ya en la Introducción de El inversor inteligente -ni siquiera en el capítulo 1-, Benjamin Graham nos abofetea sin compasión y nos obliga a poner con modestia los pies en el suelo. Ante el entusiasmo desmesurado que entre la nueva hornada de inversores indexados (de ayer y antes de ayer) ha despertado el mercado alcista de 2009, esta historia nos recuerda una vez más que debemos ser escépticos y prudentes ante las proyecciones futuras del pasado reciente. O dicho de manera más elegante y contundente: “Aunque el entusiasmo pueda ser necesario para conseguir grandes logros en otros lugares, en el mercado de valores conduce de manera prácticamente segura al desastre.” Sí, también está en la Introducción. Graham empieza siempre fuerte.

INVIERTE EN BOLSA 100 EUROS AL MES Y CONVIÉRTETE EN MILLONARIO

Raskob (1879-1950) era director de Du Pont, la gran empresa química, y presidente del comité financiero de General Motors. También fue presidente nacional del Partido Demócrata y el impulsor de la construcción del Empire State Building. Es decir, no era un don nadie anónimo más de Twitter. Sin embargo, apenas unos meses después de escribir el artículo al que Graham hace referencia, la bolsa sufrirá el peor crac de toda su historia. Señala el periodista Jason Zweig, comentarista actualizador de la última edición de El inversor inteligente, que los cálculos realizados por el profesor de finanzas Jeremy Siegel, el conocido autor de Stocks for the long run (Guía para invertir a largo plazo) y del gráfico más famoso de la historia bursátil, confirman que el plan de Raskob habría aumentado de valor hasta poco menos de 9.000 dólares después de 20 años, aunque la inflación habría erosionado buena parte de esos beneficios.

Como ronda en el ambiente cierta polémica acerca de si es posible o no alcanzar la independencia financiera con el “método Raskob” -o, por lo menos, acercarse significativamente a ese ambicioso, pero noble objetivo-, haremos nuestra propia prueba próximamente con el propósito de comprobar la veracidad de las afirmaciones de Graham y de Zweig y Siegel.

No deja de maravillarnos cómo tantos inversores se declaran fervientes defensores de la indexación sin apenas más reflexión que la señalada por el escaso tiempo que llevan indexados, con mercados siempre al alza, basándose en sus experiencias de menos de 10 años (en el mejor de los casos) si no de 5. Tenemos la sensación de que ni han entendido nada ni de que tampoco están preparados psicológicamente para lo que significa la indexación, una disciplina mentalmente tan exigente o más que la gestión activa, por mucho que implique bastante menos trabajo. Nos sorprende la actitud de haber descubierto el mundo que muchos muestran, cuando nada han descubierto porque lleva descubierto desde los tiempos de Raskob y de Graham, a quien ni siquiera han leído. Y todavía nos asombra más la ínfima capacidad de asumir la esencia de la gestión pasiva o indexación que dicen ascéticamente practicar y que Graham resumió de la siguiente manera, que todos deberían tatuarse en sus indexadas frentes o cualquier otra parte del cuerpo, pudorosa o no:

“Siempre y cuando juzguemos al futuro a partir del pasado, el inversor no negará la posibilidad de una nueva subida espectacular del mercado, pero lo que para él importa es que no puede contar con ella.”

@mellizonomics & @quietinvestment

Fuente: Security Analysis, y El inversor inteligente, Benjamin Graham. En la sección Tools podéis descargar el artículo original de John J. Raskob.

 

 

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