INDEXACIÓN VERSUS INFLACIÓN
INDEXACIÓN VERSUS INFLACIÓN
Las acciones son activos reales que nos protegen contra la inflación. Hemos oído ese mantra muchas veces porque es cierto. Pero no siempre. Ahora que la inflación vuelve, aunque termine siendo transitoria (el futuro dirá), nos parece oportuno comparar dos momentos diferentes de la historia del SP500 con entornos de inflación divergentes. Dos entornos complicados, con períodos bajistas importantes de por medio. Quizá se puedan extraer algunas lecciones de ello.
El primero de ellos está presidido por las depreciaciones bursátiles de los años 2000-2002 y 2008. El período seleccionado se extiende hasta 2013 y se refiere a un inversor norteamericano que empieza a invertir en dólares y está sujeto a la inflación de USA de manera indexada a través del Vanguard U.S. 500 Stock Index Fund Investor USD Accumulation, un instrumento de inversión eficiente. La inflación media del período de 14 años antes señalado fue del 2.43%, lo que se entiende por “moderada.” La de los años 2000-2008, fue un poco más alta, 2.89%.
En este contexto, un dólar invertido a principios del año 2000 tardará la friolera de 14 años en ser recuperado:
El dinero invertido a principios de cada año hasta 2008 se recuperará en los plazos siguientes:
Si el inversor invierte, por ejemplo, 600$ al año (50$ al mes) estos plazos se acortan ligeramente o incluso bastante si nos referimos al afortunado inversor de 2008:
La evolución sería así:
Invirtiendo más tras las caídas bursátiles, por ejemplo, 1200$ al año, la espera se reduce en algún año más pero el inversor de los años 2000-2006 suele estar condenado a esperar siempre, y en el mejor de los casos, al menos de 5 a 11 años.
Este período es más complicado en términos de evolución bursátil que en términos de inflación. El siguiente período lo es en ambos sentidos. Se trata de los 17 años que median entre 1969-1985. Usaremos las rentabilidades del Vanguard 500. Este instrumento comenzó a operar a mediados de 1976, así que para el período 1969-1976 se reconstruye su rentabilidad restando sus costes medios de los años 1977-1985 (0.56%) a la rentabilidad del SP500 TR. Por entonces no era tan barato como ahora.
Para que nos hagamos una idea la inflación media de estos años ascendió a un tremendo 6.91%. Un dólar invertido a principios de 1969 en este Vanguard en parte imaginario y en parte real seguiría el siguiente trayecto:
Una espera de nada más y nada menos que 17 años en términos reales. El inversor de los 6 años que van desde 1969 hasta 1974 se tuvo que enfrentar a estos retrasos:
Practicando el DCA, por ejemplo 600$ anuales, los plazos se alivian, pero en general menos que en el supuesto anterior de 2000-2002 y 2008:
Hay que tener en cuenta que a veces se recupera el dinero antes de 1981 pero justo ahí viene otro bache que retrotrae la rentabilidad a negativo. Sólo el inversor de 1974 podrá soportarla.
Aún en el supuesto de invertir el doble en los años bajistas (o incluso más dinero si cabe) sólo el inversor del año 1974 no tendrá que soportar períodos de espera que se muevan entre 7 y 14 años dependiendo de en qué año de entre 1969-1973 haya empezado a invertir.
¿Podemos extraer alguna enseñanza de estos dos ejemplos? Quizás sí. La primera es que con o sin inflación las evoluciones bursátiles adversas machacan sin piedad al inversor y les abocan a largos períodos de espera antes de recuperar lo invertido. En algunos casos estos períodos son superiores a la década y en otros se mueven entre 5-9 años.
La segunda es que un DCA simple ayuda a disminuir los años de espera para recuperar el dinero, pero no hace milagros. Ni tampoco un DCA más agresivo, que puede restar algún año de espera más. La razón fundamental es que el DCA precisa de lo mismo que todo inversor: que la bolsa suba y que lo haga lo suficiente para recuperar lo perdido y obtener beneficios. Mientras eso no ocurre hay que esperar, se invierta lo que se invierta.
Lo que sí es verdad es que, en esta comparación, atendiendo a estos dos casos, el peor período es el presidido por la inflación elevada: 1969-1981. En estos años la inflación media anual ascendió al 7.71%. Se trata de una cifra exigente, por debajo de la cual las acciones no ofrecerían protección. El mercado tiene que hacerlo lo suficientemente bien en un entorno como ese. Y eso, obviamente, no depende del inversor.
Es posible que como punto de partida podamos suponer o presuponer que una inflación “moderada”, de entre el 2%-3%, tenga consecuencias menos perjudiciales para el inversor indexado que otra mucho más elevada, pero sin llegar a entrar en la categoría de hiperinflación. Pero no creemos que se pueda ir más allá. Acudimos a la historia y los datos del pasado en busca de guía y consejo con la esperanza de que iluminen nuestro presente. Puede que una vaga aspiración bursátil del inversor de todos los tiempos.
Ambos escenarios han sido malos o muy malos para el inversor USA, a pesar de que es un inversor que empieza (por lo cual ambas debacles le pillan con mucho tiempo para rehacer sus pérdidas), invierte a través de un fondo indexado eficiente y, por último, puede mantener en el tiempo un DCA sin que circunstancias personales adversas requieran de otro uso para su efectivo. Es decir, se trata, a priori de un escenario positivo a favor del inversor de ambos períodos.
Ahí dejamos pues esta comparativa a la continua espera de los datos de inflación que tanto nos agobian esperando que el lector pueda extraer mejores conclusiones que nosotros. Si la inflación le deja, claro.
@mellizonomics & @quietinvestment
Si a estos análisis añadimos una parte de fondos en bonos y sus correspondientes rebalanceos los resultados mejoran o empeoran?
Hola. Deberían mejorar. No sólo bonos, sino también otro tipo de activos, como oro o inmobiliario, pueden ayudar. No obstante, este análisis se limita a la renta variable en acciones, para cuya volatilidad el inversor debe estar preparado. Saludos cordiales y Feliz Año Nuevo.