¿ES LA INDEXACIÓN MÁS ARRIESGADA DE LO QUE PENSAMOS?
¿ES LA INDEXACIÓN MÁS ARRIESGADA DE LO QUE PENSAMOS?
No hace mucho, nos preguntábamos aquí si el dinero indexado era un dinero “tonto” y, por tanto, si en esencia no constituía la indexación una manera poco inteligente de invertir. Como cualquier estrategia o táctica de inversión que se populariza, ¿puede la indexación volverse contraproducente si más y más inversores continúan adoptándola? Si la indexación se basa en la hipótesis de los mercados eficientes, cuanto mayor es el porcentaje de todos los inversores que se indexan, más ineficientes se vuelven los mercados, ya que cada vez menos inversores realizarán investigaciones y análisis fundamentales. Llegados al extremo absurdo de que todos practicaran la indexación, los precios de las acciones nunca cambiarían porque no quedaría nadie para moverlos.
Recordemos, no obstante que esta premisa no es respaldada por quienes afirman que no es per se la eficiencia o tendencia a la eficiencia del mercado la que explica el éxito de la indexación, por mucho que haga más difícil encontrar oportunidades de inversión infravaloradas. La indexación funciona porque su coste es menor que el de la gestión activa y porque en un marco temporal concreto en un mercado determinado, la rentabilidad total de este último equivale a la suma de la rentabilidad obtenida por todos los que participan en él menos el coste de hacerlo. Bogle sostiene que ese es el motivo fundamental por el cual la indexación funciona incluso en mercados considerados no eficientes.
Sin embargo, parece difícil soslayar esa contradicción inherente a la indexación: que a medida que menos personas dedican tiempo a seleccionar acciones que creen que brindan una oportunidad de inversión más atractiva, los mercados se vuelven más ineficientes, creando brechas más duraderas entre precio y valor o incluso creando más discrepancias entre precio y valor. En teoría, esto debería ayudar al inversor a encontrar acciones infravaloradas, pero también alargaría el tiempo que éste tardaría en obtener beneficios. En tal caso, recordemos que el inversor corre un gran riesgo porque “se apoya en una doble suposición: primero, que el precio de mercado está a menudo en desacuerdo con el valor real y, segundo, que hay una tendencia inherente de estas disparidades a autocorregirse…La segunda suposición es cierta en teoría, pero su aplicación en la práctica es a menudo muy poco satisfactoria. Las infravaloraciones provocadas por la negligencia o el prejuicio pueden persistir durante un período inadecuadamente largo, y lo mismo puede decirse de los precios hinchados provocados por un entusiasmo excesivo o por los estimulantes artificiales. El peligro concreto para el inversor es que, debido a estos períodos prolongados, puedan sobrevenir nuevos factores determinantes antes de que el precio de mercado se ajuste al valor tal y como lo encontró. En otras palabras, llegado el momento en el que el precio refleja finalmente el valor, este valor puede haber cambiado considerablemente y los datos y razonamientos en los que se basaba esa decisión podrían ya no ser aplicables.” (Benjamin Graham, Security Analysis).
Además, cabe que exista incluso una preocupación aún mayor: que se formen mercados alcistas más grandes y duraderos. A medida que más y más personas invierten en fondos indexados, los precios suben. Dado que hay menos inversores que venden atendiendo a criterios de valor, es más probable que se retengan activos que de otra manera se considerarían “caros.” Desafortunadamente, el miedo y la codicia siguen siendo características fundamentales de la psicología del inversor, por lo que los inversores que quieren seguir obteniendo grandes rendimientos invertirían cada vez más dinero en índices bursátiles siempre al alza, lo que haría que los precios subieran aún más. Algunos temen que esta tendencia pueda revertirse de una manera desagradable.
Si la indexación resulta en último término ser simplemente otra moda más de Wall Street, cuando esta finalice, sería muy probable que los precios de las acciones incluidas en los índices más populares disminuyan en relación con las que han sido excluidas de los mimos. ¿Se ha creado un ciclo de retroalimentación que se refuerza a sí mismo, donde el éxito de la indexación ha reforzado el rendimiento del índice en sí, que, a su vez, promueve una mayor indexación? Si la tendencia del mercado se invierte, permanecer en él podría no parecer tan atractivo y una venta masiva afectaría negativamente la rentabilidad de los inversores indexados, lo que, a su vez, exacerbaría aún más la prisa por salir del mercado, esto es, por vender.
Se trata de una pegunta para la cual es complicado obtener una respuesta concluyente. Es fácil pontificar en uno y otro sentido, pero la práctica de los mercados financieros puede resultar más impredecible de lo esperado, si es que se puede esperar lo impredecible. No deja de ser un pensamiento aterrador que a medida que el miedo se incremente y los inversores comiencen a vender durante un mercado bajista, los gestores de fondos tengan que recaudar más efectivo para financiar esas salidas. Eso significaría más miedo y más ventas, lo que haría caer a los índices, animando a más inversores a vender. ¿Nos dirigimos en verdad hacia ese escenario? Tal vez. Tal vez no. Desafortunadamente, nadie puede predecir los movimientos del mercado por adelantado de manera consistente a lo largo del tiempo.
Lo que sí parece cierto es que cualquier estrategia de inversión conlleva riesgos. Toda estrategia de inversión entraña riesgos. Toda. Sin excepción. Porque toda estrategia de inversión descansa sobre la base de que el futuro termine refrendando sus premisas. Algunos riesgos podemos conocerlos. Otros no. Si algo nos enseña la historia de los mercados financieros es que “la única verdad indiscutible que nos enseñan las décadas pasadas es que el futuro siempre nos sorprenderá; siempre. Y el corolario de esta ley de la historia financiera es que los mercados sorprenderán más brutalmente a las personas que estén más seguras de que sus opiniones sobre el futuro son acertadas.” En estos momentos no podemos dejar de tener la impresión de que es precisamente el inversor indexado quien más seguro se encuentra acerca de lo que espera del futuro, pues es probable que muchos se hayan indexado precisamente proyectando hacia adelante lo que ha ocurrido atrás.
E inevitablemente todo lo anterior nos conduce a una nueva cascada de preguntas: “¿Por qué tienen que ser los rendimientos futuros de las acciones siempre los mismos que los rendimientos que se han obtenido en el pasado? Cuando todos los inversores aceptan la teoría de que las acciones son una forma garantizada de ganar dinero a largo plazo, ¿no acabará el mercado con unos precios exageradamente elevados? Cuando eso ocurra, ¿cómo va a ser posible que la rentabilidad futura sea elevada si el valor de cualquier inversión es, y siempre tendrá que ser, una función del precio que se paga por ella?”
De nuevo más preguntas que respuestas y todas con doble filo. Y muy cortante. Volveremos sobre este tema próximamente.
@mellizonomics & @quietinvestment
* En la elaboración de este post hemos usado, entre otros, material procedente de este artículo.
Buenas tardes Santiago y David. En una entrevista de Unai Ansejo (Indexa Capital) en Value School, le preguntaban algo en el mismo sentido de vuestro post y defendía la inversión indexada con la siguiente afirmación: “Peter Westaway de Vanguard calcula que con un 1% de gestión activa bastaría (actualmente 50% en EE.UU. de fondos de acciones son indexados pero hay más directamente)”. Es verdad que puede ser una opinión interesada, puesto que es su pan, pero también es cierto que si nos fijamos en el porcentaje de negociación diaria de las acciones, que es el que determina el precio de las acciones, es mínimo. Saludos compañeros.
Hola. A nadie se le oculta que somos defensores de la gestión pasiva (y de la activa). Es más, hemos escrito y publicado un libro en favor de la primera. Pero eso no significa que no tengamos dudas razonables. Éstas provienen más de la actitud futura del inversor y del peligro que conlleva en bolsa que una estrategia de inversión (y la indexación lo es) se “ponga de moda” y se “popularice.” Ambas cosas, además, sólo pueden suceder si los mercados van al alza y para muchos inversores indexados (puede que en España para la gran mayoría de ellos) su única experiencia con la indexación consiste en ver subir las cotizaciones año tras año. En este post y en el anterior añadimos una serie de preguntas para las que se han ofrecido respuestas rápidas y tajantes que pueden ser correctas pero que la experiencia todavía no ha puesto a prueba. Ante este nuevo y desconocido escenario creemos que es mejor ser prudente. Saludos cordiales.