DE TIRIOS INDEXADOS Y DE TROYANOS ACTIVOS
Se dice que se organiza la de tirios y troyanos cuando nos referimos a discusiones intensas e incluso violentas entre los partidarios de opiniones o intereses opuestos. Parece que el origen de la expresión se encuentra en las rivalidades que surgieron entre las ciudades de Tiro y Troya por el control del Mediterráneo. Si del control de quién tiene razón y quién no se trata en términos financieros, la verdad sea dicha, follones nunca faltan. Quizá el enfrentamiento más célebre y perenne sea el que enfrenta al análisis técnico con el fundamental. Aún no hace mucho Álvaro Guzmán de Lázaro, célebre gestor value de AzValor, tuvo a bien poner a caldo al análisis técnico en una conferencia patrocinada por Madrid Invest. Parece que Beltrán de la Lastra, sustituto ahora de Paramés en el veterano Bestinver, mostró sino más prudencia sí más diplomacia al ser interrogado respecto al valor del análisis técnico. Es de una recurrencia contumaz que técnicos y fundamentales se critiquen e incluso desprecien. Afortunadamente no nos consta que lleguen a las manos. En un mundo como el actual, donde todos se ofenden por nimiedades, estas peleas pueriles se recrudecen y salpican por doquier a cualquiera que se cruce por el medio, azuzadas además por toda clase de energúmenos y haters en las redes sociales. Unos claman respeto y otros lo niegan. Y viceversa.
De manera un tanto cansina se repite en la industria financiera y entre los inversores particulares esta discusión sin fin y otras muchas más en un esfuerzo eterno por vender cada cual su producto y su respectiva verdad mientras se pone en la picota de manera implícita y a veces explícita a las alternativas y estilos de inversión que no resultan del agrado de quien mercadea con lo suyo. Así, uno de los enfrentamientos más “tontunos”, en dura rivalidad con el de análisis técnico vs análisis fundamental, es el que opone la indexación o gestión pasiva a la gestión activa. Partidarios de una u otra filosofía se arrojan los trastos a la cabeza y afirman tener ellos razón y los otros no. Como autores de un libro, “La Guerra Financiera Asimétrica”, cuyo tema central es precisamente la defensa de la gestión pasiva, resulta un poco inevitable no verse salpicado por esta batallita que no promete ningún ganador y sí muchos perdedores.
Lo cierto es que defender algo no significa necesariamente atacar a las alternativas que existan a ese “algo.” Más aún en términos financieros, donde lo blanco y lo negro no existen, como en casi todos los otros ámbitos de nuestra existencia. Algo que subrayamos en la GFA y que también repetimos en la conferencia de presentación del libro en la Value School fue que no existía conflicto alguno entre gestión pasiva y gestión activa y que, de hecho, la una no era excluyente de la otra. De hecho, en la GFA, obra dedicada principalmente a la gestión pasiva, existe un capítulo que trata específicamente de los límites de la indexación así como otro más dedicado exclusivamente a la gestión activa. Criticar los excesos de la gestión activa no significa, pues, estar en contra de ella. Es más, en Quiet Investment somos partidarios de las opciones activas pero eso no implica a su vez que estemos radicalmente en contra de la gestión pasiva pues cada una de ellas tiene su razón de ser y utilidad, sus virtudes y sus defectos, sus logros y sus excesos.
También en el podcast 24 de Masdividendos tuvimos ocasión de hablar de este tema en un interesante debate. Uno de los temas que allí se mencionaron fue el muy polémico riesgo-gestor, principal inconveniente (entre otros) de la gestión activa frente a la pasiva. Quiet Investment insistió sobremanera en la consideración de las alternativas de inversión activa como opciones muy ligadas a la figura del gestor o gestores de los fondos, esto es, que estamos hablando de una gestión personalista, basada en la reputación del gestor, y fiduciaria, sostenida en la confianza. Quien no quiera batallar con los problemas que acarrea el riesgo-gestor, empezando por la muerte del gestor, evidentemente preferirá la indexación. Quien aspire a obtener más rentabilidad que la media ofrecida por el mercado se inclinará, por otro lado, hacia la gestión activa y deberá no solo elegir bien a su gestor sino también lidiar con el riesgo personal que éste conlleva.
Quien se toma la inversión como una cuestión de bandos excluyentes comete, a nuestro modo de ver, una grave imprudencia aparte de perder el tiempo. Quien se empeña en tener razón en el mundo de las finanzas corre el riesgo de no tener rentabilidad. Es verdad que la gestión activa y la gestión pasiva compiten por el patrimonio del inversor pero no por eso son enemigas. Sus mercachifles puede que sí. No existe, por tanto, contradicción alguna en la defensa de la gestión pasiva y la opción de invertir a través de alternativas activas. Ambas cosas, además, pueden hacerse simultáneamente y por muy buenas razones, teniendo el peso y el carácter (principal, complementario, residual, subsidiario,…) que el inversor quiera otorgarles según sus particulares preferencias y circunstancias personales.
Insistimos en que no debe tomarse un estilo o filosofía de inversión como de una secta se tratara o, siendo benévolos, de un equipo de futbol. Los “hooligans” de las finanzas se ven a sí mismos como puros e inmaculados señalando inquisitorialmente en los demás las contradicciones que su fe les evita cometer. Sin embargo, olvidan y debieran recordar que ni en las finanzas ni en ningún otro ámbito de la vida existen ni existirán respuestas sencillas a situaciones de por sí complejas. El inversor es una persona. No se nos ocurre situación más compleja que esa.
Lo demás, discusiones de tirios y de troyanos.