COMPARACIONES ODIOSAS PERO RENTABLES EN LA INDUSTRIA DE LOS FONDOS DE INVERSIÓN ESPAÑOLES
Recientemente ahondábamos, otra vez y aún más, en la problemática asociada a la presencia de los fondos de inversión tipo Iberia en las gestoras españolas. A tal fin mostrábamos la práctica clasificación de rentabilidad a 10 años vista ofrecida por MorningStar, muy similar a la siguiente:
La gestión pasiva o indexación bate claramente a la gestión activa durante la última década para zozobra de los profesionales de la inversión institucional española pues el Bankinter EEUU Nasdaq100, indexación sectorial, obtenía el primer puesto de los FI más rentables mientras que el veterano ING Direct FN SP500, indexación general, aparecía en 8ª posición. Este resultado era magnífico pues de 657 FI para los que se ofrecen datos a 10 años ocupar el 8º puesto significa que la eficiencia general del mercado, en este caso el americano (a pesar de que el SP500 puede ser considerado como un índice global), era mejor que casi el 99% del resto de FI de todo tipo y condición.
Este gol a la industria financiera española se veía compensado por la buena performance de la gestión activa vs la pasiva si la comparación se efectuaba en términos de RV España:
En este caso la gestión activa nacional y sus profesionales hacían valer sus galones burlándose cruelmente del sesgo de familiaridad, superando ampliamente al equivalente del ING Direct FN SP500, el también archi-veterano de la gestión pasiva ING Direct FN IBEX35, que de 52 FI tipo RV ESP con datos a 10 años ocupaba el más modesto puesto 28º, ligeramente por debajo de la media:
Este hilo comparativo lo hemos usado en repetidas ocasiones y en concreto en “La Guerra Financiera Asimétrica” sin recibir crítica alguna al respecto. Incluso en la presentación del libro en la Value School, que puede aún verse en el canal oficial de VS en youtube, no hubo tampoco ni preguntas ni críticas por el uso de estas comparativas. Somos conscientes, sin embargo, de que el Profesor D. Pablo Fernández, del IESE Business School de Navarra, sí ha sido criticado por su clásico “Rentabilidad de los FI en España”, cuya última versión comprende el período 2001-2016, nada más y nada menos que 15 años. El Profesor Fernández tiene la enorme gentileza y generosidad de publicar cada año un paper sobre este asunto actualizando los datos, cuya fuente principal no es otra que Inverco. Vaya por delante nuestro agradecimiento por esta meritoria labor que, por lo que parece, lleva aparejada algunos sinsabores “activos.”
Se afirma entonces que no procede comparar la rentabilidad de todos los FI como si de una misma realidad se tratara pues de esta manera la performance de la gestión pasiva se ve favorecida frente a la activa al incluir en la comparación FI de todos los tipos y estilos, como los de renta fija e inmobiliarios. Tampoco sería correcto comparar escenarios de renta variable diferentes, como el SP500 y el IBEX35. Si la comparación resultara más homogénea, como la realizada en la segunda imagen respecto a la RV ESP, en realidad la performance de la gestión activa sería mucho mejor. Existe pues un gran atropello y villanía en la presentación de los datos que tanto el Profesor Fernández como Quiet Investment realizan. Somos viles y malvados y sólo nos mueve el rencor y las ganas de hurgar en las miserias de la industria de los fondos de inversión españoles.
No es para tanto porque la crítica no adolece de razón y tras escribir la GFA y presentarla en la VS la verdad es que esperábamos que alguien nos reprochara este atropello al honor de los gestores españoles. No ha sido así y la cuestión no deja de extrañarnos porque en cierto sentido compartimos esta crítica puesto que cualquiera puede entender que una comparación debe realizarse entre situaciones cuya base sea relativamente parecida. Comparar la rentabilidad de la renta variable a largo plazo con la de la renta fija o las materias primas o inmuebles ignorando, además, cualquier tipo de marco geográfico puede ser tremendamente injusto.
Por otro lado, la comparación general es tremendamente objetiva en el sentido de obviar los particulares fines que cada inversor persigue a través de los diferentes vehículos de inversión y su pluralidad de tipos. Por ejemplo, puede no anhelar el mismo objetivo quien invierte en el SP500 que quien lo hace en renta fija del gobierno o en materias primas o inmuebles. Puede que un inversor no tolere ni la volatilidad ni el riesgo, independientemente de lo que entendamos por ambos, y aspire solamente a la conservación de su capital ahorrado sin ínfulas de un plus de rentabilidad. Existen, pues, tantas situaciones diferentes como clientes de FI. Quizá no deba extrañarnos la floreciente fauna de la miríada de categorías de los FI.
¿Es entonces inútil y estéril la comparación entre rentabilidades en términos generales? Nosotros diríamos que no lo es si el objeto de comparación es la rentabilidad en sí misma al margen de los particulares fines que cada inversor persiga cuando invierte en uno u otro tipo de FI. Al recurrir a esta comparativa general lo que debemos subrayar es que su objetivo no es otro que mostrar qué tipo de activo ofrece mayor rentabilidad a largo plazo y también qué tipo de gestión consigue, de media, mejores resultados. Puede que en este punto se encuentre el quid de la cuestión y el origen de tantas malas reacciones y aspavientos. En tal caso recomendamos “tranquimazín” en su versión financiera, esto es, “tranquifinanzín”, y cierto ejercicio de tipo ascético pues no merece la pena enfadarse por la reiterada terquedad de los resultados a largo plazo por mucho que cuestione la política de comisiones de nuestras gestoras. O el ego.