ANTONIO MAESTRE Y EL INTERÉS COMPUESTO
ANTONIO MAESTRE Y EL INTERÉS COMPUESTO
Recientemente, la tuitera @rebelionthefarm nos contaba la triste historia de Ana, una pobre ahorradora que durante 35 largos años ha estado invirtiendo contra viento y marea 50€ al mes (o 600€ al año) en su plan de pensiones. Un plan tan bueno que logra convertir su inversión total de 21.000€ en 100.000€. Ojo, en España. Un país de auténticos sacamantecas financieros. Posteriormente, por motivos desconocidos, la laboriosa Ana decide retirar de manera suicida todo su dinero de golpe del plan de pensiones, convirtiéndose en una víctima de la depredación tributaria española. Vaya dramón, ¿no? No sé, Mike… Sea como fuere, este tema tributario no nos interesa aquí. Lo que sí interesa es lo “otro.” Vamos al lío.
Y “lo otro” es que Ana obtiene una rentabilidad compuesta anual del 7.22%. Es decir, a lo largo de 35 interminables y agónicos años invierte 21.000€ que se convierten al final en 100.000€. Bueno, cabe preguntarse qué plan es ese habida cuenta de que todos los años el profesor del IESE Business School, Pablo Fernández, tiene la gentileza de recordarnos los desastrosos resultados obtenidos en líneas generales por nuestra industria de fondos de pensiones (y también de inversión).
Éramos pocos y parió la abuela porque entonces el conocido periodista de izquierdas @AntonioMaestre se hizo eco de las tribulaciones de la pobre Ana, narradas por @rebelionthefarm para, irónicamente, preguntarse cómo ha obtenido la hormiga Ana tanto dinero con tan poco. Quizá Maestre ignore la historia de la indexación y quizá “RebeliónenlaGranja” tampoco sepa que la indexación en España difícilmente tiene 35 años de historia, si bien el plan de pensiones de “Ana” podría ser de gestión activa. ¿Cuál?
Vamos a suponer que Ana ahorra sus 21.000 € en 17 años, no 35. Los 17 años de vida completa indexada del ING Direct Fondo Naranja Standard & Poor´S 500 FI. ING tiene también su versión en Plan de Pensiones de este instrumento de inversión, pero nosotros usaremos los datos del fondo, que necesariamente han de ser parecidos y que también sirven para ahorrar para la jubilación.
Antonio Maestre quizá no lo sabe, pero cualquier ciudadano puede invertir en este fondo y la cantidad que quiera. Es decir, incluso las oprimidas clases populares de la periferia madrileña podrían hacerlo y “convertirse en propietarios.” Es posible que Antonio Maestre tampoco lo sepa, pero esos inversores de extrarradio, que sólo pueden invertir 50€ al mes (o 100€ los más afortunados) han obtenido, obtienen y obtendrán mejores resultados que el 90% de los profesionales de la inversión. Simplemente comprando TODAS las acciones del S&P500, el índice bursátil más importante del mundo, y renunciando a elegir sofisticadamente a los ganadores y desechar a los perdedores. Es extraño, que esta victoria proletaria, con las mismas armas que los malvados capitalistas, haya pasado desapercibida a tantos “periodistas comprometidos”, como Maestre. Personalmente, siempre he creído que Marx le hubiera dado la mano a John C. Bogle, pero no creo que Maestre conozca a este último.
Bien, pongamos que “Ana” decide ahorrar un poco para su jubilación y empieza a invertir en 2006 en el Fondo Naranja antes mencionado porque le explican las ventajas inherentes de la indexación a largo plazo. Ana tiene más recursos que el depauperado proletariado madrileño y ahorra 1.236€ al año, la friolera 103€ al mes. Adiós al Netflix de Ana, la roñosa. Al cabo de 17 años eso suma 21.012€. No los invierte durante 35 años, recordemos, sino durante 17 años, los que tiene de vida completa anual el fondo naranja.
He aquí los resultados:
Ana invierte 21.012€ a lo largo de 17 años y obtiene finalmente 59.583€. No 100.000€. Pero es que han pasado 17 años y no 35. Eso en 2022. Si hubiera desinvertido en 2021, tendría 68.111€. Que no está nada mal. Es más, no está mal ni en 2021 ni en 2022, a pesar de terminar con una depreciación del -14.08%. Y no digamos si tenemos en cuanta lo mal que se empieza, pues los años 2007 y, sobre todo, 2008 son catastróficos.
Como Ana es tan pobre no ha podido invertir esos 21.012€ de golpe, es decir, en 2006. ¿Qué hubiera pasado si lo hubiera hecho? No sé, los pobres también reciben herencias, ¿no? Pongamos que es así y que invierte su “cuantiosa” herencia de 21.012€ de golpe, en 2006. Entonces tendría 75.695€ (88.099€ en 2021), obteniendo una rentabilidad compuesta anual del 7.83%:
No es magia. Es interés compuesto. Pero ahora cambiemos de tercio. Mejor dicho, de continente. Ana es Anne. Tiene a su disposición el Vanguard 500 gracias a la clarividencia y preocupación de Bogle por los menos favorecidos por la insaciable depredación capitalista. Estamos en 1988 y 600$ equivalen a 1.551$ de 2023. En ese año el hogar medio norteamericano ingresa 31.190$, de 1988. Más si ese hogar es “blanco” y alguno de sus miembros tiene titulación universitaria. El ahorro anual de Anne de 600$ equivale en 1988 al 1.86% de todos sus ingresos anuales. Factible, ¿no? Anne es menos ahorradora que su versión española, “Anita la del Plan de Pensiones Maravillas.”
Bien, pues así le hubiera ido a Anne ahorrando 600$ al año. Nada más. Sólo 50$ al mes. Sin incrementar ningún año su esfuerzo:
Anne invierte 21.000$ y obtiene, no 100.000$, sino 159.465$ (o sea, 142.250€, no esos roñosos 100.000€). Sí, Antonio Maestre, sí. Y esto no es ficción, es realidad. Evidentemente esa cifra es insuficiente para construir una pensión de jubilación digna. Invirtiendo, por ejemplo, 3.000$ anuales desde 1988, es decir, casi el 10% de los ingresos familiares de ese año y, atención a esto, sin modificar esta cifra en los siguientes 34 años, en 2022 Anne tendría 797.323$.
¿Y de haber podido invertir los 21.000$ todo junto desde el primer año? En tal caso sus resultados serían los siguientes:
Con 21.000$ obtendría 665.510$. Un 10.38% compuesto anual. Sobre la media histórica del S&P 500, que se mueve entre el 9%-11%. Nada del otro mundo aunque parece que para muchos tuiteros se trata de magia potagia o narcotráfico de fentanilo.
Volviendo al ahorrador inversor de extrarradio madrileño, oprimido por Ayuso y por gente con bigote y perilla con apellidos compuestos, que tan sólo hubiera podido ahorrar 50€ al mes, privándose de Netflix y no yendo de vacaciones durante 17 largos años, sus resultados, tanto invirtiendo todo de golpe como haciéndolo en cuotas anuales serían estos:
Esta historia creo que nos demuestra dos cosas importantes:
- Hay que dejar de lado de una vez por todas los prejuicios sobre la inversión en acciones a largo plazo y su capitalización como herramienta para construir las pensiones del futuro o, al menos, una parte importante de las mismas. Si esa capitalización en acciones es global, no sólo a EEUU, como en los ejemplos, mejor todavía. Maestre se equivoca.
- Los planes de pensiones en España y sus resultados son infames. No se puede contar con la industria financiera española para tener un plan de pensiones a largo plazo que capitalice en acciones. La industria financiera española no sirve para eso. Es extractiva. O sea, son sacamantecas de manual y difícilmente alguien o casi nadie va a obtener los maravillosos resultados de “Ana.” No es ya que no tengan “conciencia social.” Es que simplemente no tienen ni el más mínimo respeto por sus clientes, a quienes tratan como pardillos (ellos también tienen su parte de responsabilidad). Maestre tiene razón.
Dicho lo cual, terminamos este post igual que el anterior, señalando que “todo lo anterior debe ser tamizado por ciertas ideas de tipo práctico que hay que tener bien presentes a la hora de extraer conclusiones precipitadas de un éxito que ciertamente lo es, pero que no deja de ser un éxito del pasado.”
De eso trataremos próximamente.
@mellizonomics & @quietinvestment